A partir de entonces empezamos a salir con una pareja de amigos. La chica, bajita y delgada, pero con muy mala leche, era amiga mía de hacía unos años, vivía fuera de Parla, en una zona de campos, y sus padres no le permitían llegar de noche.
Tenía 23 años, los mismos que acababa de cumplir yo. Pasamos varios meses muy unidos. Nos veíamos casi todos los días. Normalmente estábamos con los dos hasta que se hacía de noche, la dejábamos en su casa y nos veníamos con su novio, el amigo de mi novio, y nos tirábamos hasta las tantas hablando o incluso de fiesta. Cogimos mucha confianza sobretodo los tres, porque él nos contaba todos los problemas que tenía con su pareja y nos pusimos de su parte. Estuvieron varias veces a punto de cortar, pero siempre continuaban pasando unos días buenos hasta volver a la rutina.
Nosotros les contamos que teníamos problemas para encontrar un sitio para hacerlo. Entonces nos dijeron que ellos tampoco tenían un sitio en casa y lo hacían en lugares discretos. Nos llevaron al interior de un edificio, donde había una casa en ruinas. Entramos por un hueco y nos colocamos al fondo donde nadie nos podía ver. Primero empezaron a liarse y a meterse mano, a lo que nosotros les seguimos el rollo. Nos besamos apasionadamente y nos metimos mano, dejándonos muy cachondos. Allí mismo, al lado de nosotros, empezaron a hacerlo. Nosotros, viendo como se calentaba la situación, hicimos lo propio. La lástima fue que Julio no puede hacerlo bien si no hay cama de por medio y follamos como pudimos, de pie. La otra pareja se lo montó mejor. El chico se sentó en una piedra que había de los escombros y su novia se sentó encima de su polla. Se sacó las tetas y empezó a gemir como una perra en cada salto. Fue muy morboso. Nosotros disfrutamos mas por la situación, el ver la otra pareja disfrutar, que por nosotros mismos que no conseguimos encontrar una forma cómoda para follar como es debido. Así que me empujó Julio para que se la comiera delante de ellos. A mí me entró mucha vergüenza hacer guarrerías delante de amigos, pero como ellos también estaban en el lío me dejé llevar. Se la estuve mamando, como siempre ayudándome con la mano, pero lo que no pude hacer es tragármelo. Le pedí que me avisara para echar su semen al suelo. No quería que pensaran que era una auténtica guarra, y me corté. Chupar es algo normal, pero tragarlo todo ya no tanto.
A partir de ese día nuestras conversaciones se calentaron y sólo hablábamos de encontrar un lugar mejor para hacerlo. Nos había dado mucho morbo a los cuatro y queríamos repetir. Entonces dijeron que sabían de un lugar mejor para hacerlo, pero que lo guardásemos en secreto porque era el sitio habitual donde mantenían relaciones sexuales y no querían que sus familias se enterasen de nada. Nos llevaron por la zona de campo donde vivía su novia, a una parcela deshabitada. Las matas llegaban a la altura de la cintura y dentro había una mansión en ruinas. La casa imponía. Había algunas habitaciones con el techo caído. Pero el lugar donde nos llevaron fue al aseo. Éste se encontraba completamente roto, sin water, lavabo ni ducha. Todo el suelo era escombros. Pero sobre los escombros colocaron un colchón viejo. Estaba en otra habitación, ocultado para que nadie más lo utilizara de picadero y para que no se mojase cuando lloviera. Una vez colocado en el hueco, curiosamente llenó todo el suelo del cuarto, el amigo de Julio nos dijo que entrásemos y después colocó una puerta caída en el hueco de la entrada para tener total intimidad. De verdad era un lugar perfecto para hacerlo cómodamente y estar tranquilos de que nadie nos podría pillar.
Ese primer día que nos enseñaron su escondite, simplemente hablamos. Pero no fue la única vez que fuimos. Desde entonces fuimos todos los días. Varias veces a las semana nos veíamos y esta vez lo tomamos con tranquilidad. Cada uno con su pareja nos besábamos, nos metíamos mano y, esta vez sí, lo hicimos nosotros también. En el colchón Julio se sabía desenvolver perfectamente y el plus de estar haciéndolo delante de otra pareja, le empujó a echarme uno de los mejores polvos que he vivido en mi vida. Mi amiga y yo nos cogíamos de la mano, unidas por el deseo. Desde el principio gemía como una zorra, pero nadie le dijo nada. Sabíamos que cualquier comentario equivocado y se podría romper ese vínculo tan especial que teníamos.
Eso lo hacíamos por la tarde y después acompañábamos a mi amiga a su casa y nos volvíamos los tres a la ciudad. En un par de ocasiones dijimos de acompañar a Julio, que era el segundo que mas lejos vivía y cuando me quedaba a solas con su amigo, éste me echaba los trastos descaradamente. Me decía que al verme desnuda le había puesto cachondo perdido y que quería hacerlo conmigo. Yo, la primera vez, no sabía como reaccionar. Había comentado con Julio de ser liberales, pero quedamos en hacerlo delante el uno del otro y no hablamos nada de una situación así. Así que lo rechacé. Me hice la desentendida pero sin cerrarle la puerta del todo. Quería esperar a saber que pensaba Julio. Y me dijo que adelante, siempre y cuando luego se lo contara al detalle. Pero gracias esta situación le vinieron a la mente nuevas ideas excitantes que pusimos en practica a la menor oportunidad que surgió… como por ejemplo en trío con un extraño.