Hacía tiempo que no entraba en el chat y no quedaba con nadie. Pero ha vuelto a ocurrir. Y ha sido una situación muy morbosa, como las de mi adolescencia. He vuelto a sentir sensaciones olvidadas… y he descubierto una nueva forma de disfrutar del sexo… en una brutal follada de boca. ¡No la conocía y es fantástica! Disfruta de más relatos eróticos.
Disfrutando en el chat… como hace años
El otro día entré en el chat y estuve hablando con varios chicos. Uno de ellos me cayó muy bien. Sentí una complicidad que hacía tiempo que no sentía. Le conté muchas de mis experiencias sexuales. Me encantó leer sus reacciones de cada aventura. Una de estas anécdotas que le conté fue la de mi primera mamada. Esa que hice en un callejón, cuando estaba borracha, con un hombre mayor y casado. Un recuerdo como me agarró de la cabeza y me apretó contra él, haciéndome sentir toda su excitación. Fue un momento genial, ese morbo de sentir cada centímetro de su verga en mi boca, empujándome con ansia movido por la excitación. Nunca he sentido nada así. Entonces el chico con el que chateaba me dijo que porque yo la mamaba, pero no me hacían una brutal follada de boca, que es lo que estaba pidiendo.
Viendo vídeos por Internet… ¿por qué no lo he probado?
Lo cierto es que estaba en el chat a las 3 de la madrugada. La conversación se había vuelto tan caliente y tan excitante, que ignoré todas las demás. Al mismo tiempo, mientras esperaba a que respondiera, veía vídeos por Internet que me volvieron loca. Veía chicas muy decididas, a las que les agarraban del pelo y las empujaban con fuerza hacia los chicos. En algunos vídeos se ponían boca abajo con la cabeza al borde de la cama, mientras el chico de pie se las follaba hasta las garganta. Habían estirones de pelo, alguna torta en la cara y los huevos golpeando contra la nariz… o la barbilla. Según la posición.
Me encantó. A veces me gusta sentirme sumisa si el chico me gusta y quiero entregarme completamente. Sentir su excitación, el morbo que le da verme como una perra complaciéndole o incluso sentirme humillada. Esas chicas lo estaban. Tenían hasta lágrimas en los ojos, de la brutal follada de boca. El rímel de los ojos se le corría. Estaban demacradas. Y pringadas de saliva.
La quedada para brutal follada de boca
Evidentemente después de volver a sentir todo lo que sentí por el chat, decidí quedar con este chico. Sabía que Julio jamás podría hacerme algo así, porque él me trata siempre bien. No se atrevería a darme una bofetada. Pero yo tenía que vivir esa experiencia.
Me recogió en su coche. Fuimos a un hotel. Ese es el lugar más seguro para hacer algo de esto, porque en la recepción tuvo que enseñar el carnet de identidad. Si luego resultaba que me violaba o hacía algo que no me gustaba, podía denunciarlo. Por lo que se tenía que cuidar de darme placer, parar si le pedía que parara y ser un buen chico. O… un chico malo, hasta unos límites. Pero yo estaba cachonda perdida. Me cogió de la mano para subir… y me derretí. Estaba deseando disfrutar de él.
Una vez entramos en la habitación, me lancé contra él. Parecía que estaba desesperada por tener sexo. Nos besamos con lengua, moviendo los labios con frenesí y metiéndonos mano por encima de la ropa. Enseguida nos desnudamos, tiramos la ropa al suelo y me masturbó un poco la vagina. Lo hizo un poco brusco, pero estaba tan caliente que no me importó. Luego me arrodillé sobre él. Ni siquiera llegamos a la cama. Me agarró del pelo y me estiró, como acordamos. La polla me entraba hasta la garganta. Por momentos me daban arcadas, aunque lo pude soportar. El vaivén tan brusco hacía que saliera la verga entera de mi boca y entrara, permitiendo que pudiera coger aire. Aun le exigí que me diera más fuerte, que todavía no sentía palpitar las venas de su polla. Y lo hizo.
Corrida sobre mí… y la satisfacción total
Fue entonces cuando sentí lo que quería. Cada embestida en mi boca notaba como se acercaba al orgasmo. De hecho desde que me aplastó contra sus huevos estaba punto. Aun le pedí que lo hiciera más fuerte. Me dio un par de tortas, diciéndome que era una puta. Y yo, enloquecida, le dije que sí, que era su puta. Y que quería más. Me sacó la verga y me golpeó con ella en cara. Yo le puse mi cara de cerda, con esa mirada de deseo y la boca entreabierta suspirando por más placer.
Me la volvió a meter en la boca para seguir con la brutal follada de boca, esta vez con todavía más fuerza. Incluso me agarró de la garganta y apretó un poco. Eso no me gustó mucho, pero estaba tan decidida a probarlo, que no puse pegas. Y entonces una de las veces que golpeó mi garganta se corrió y el semen se escapó al sacarla. Me pringué toda la cara y todo el pecho. Lo restregué con mi mano. ¿Ya? Le dije. Tenía ganas de más… pero se fue. Fue la violada que muchas chicas fantasean. Me sentí feliz.
Anterior | Secretos íntimos | Siguiente
