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Cena con el amante de mi mujer

Cena con el amante de mi mujer

Pasamos la tarde entre baños cervezas y toqueteos, ya no le importaba mucho la gente, ni que fuera un lugar público. Y después… cena con el amante de mi mujer.

Incluso en un momento dado, en el borde de la piscina de pie, ella entre yo y el borde, rodeada por mis brazos, me sacó la polla y me miró con cara picarona , le dije:

Yo: “¿Ahora no te importa la gente?”

Carmen: “Nadie ve lo que hacen mis manos bajo el agua, a ti si te vio media piscina.”

Yo me callé. Me la quede mirando fijamente, me rodeó con las piernas y aprovechando que no se hundía, apunto mi polla hasta su coño y sin pensarlo se la metió entera, yo estaba duro como una piedra y ella caliente como una perra. Daniel en su «clase» de natación la había dejado a medias por mi inesperada intromisión. Se movió lentamente para no levantar sospechas. Yo que ya iba muy caliente de nuevo la volví a dejar a medias: me corrí sin mas. Ella puso cara de circunstancia. Le pedí disculpas y aproveché para «pincharla» un poco más.

Yo: “Es normal le dije.” Se me quedó mirando y sin dejarla hablar seguí: “Mientras estabas aprendiendo a nadar con Daniel volvieron a mi mente las imágenes de la fantasía que tanto te menciono mientras follamos.” Su cara era un poema y proseguí: “Me imaginé mientras te sujetaba para que no te hundieras que te tocaba” (eso era exactamente lo que había pasado). Proseguí: “Me imaginé que a ti eso te gustaba y que callabas para que yo no me diera cuenta y mientras iba hacia el bar me tuve que parar en los servicios para hacerme una paja.”

Carmen: “Tú siempre con lo mismo, pero como crees que yo haría eso delante tuyo y en un sitio público y espeto, en todo caso si lo hiciera, lo haría en otro lugar y cuando tu no estuvieras presente, pero ya lo hemos hablado muchas veces, sólo lo haría con alguien conocido” (la orte en ese momento).

Yo: “Daniel es conocido, además por lo que tú me contaste a él no te importaría que se la chuparas y que te follara, porque aquella vez faltó muy poco y te habría encantado.”

Carmen: “Eso son cosas que me haces decir mientras follamos, además tú me insististe en que te lo contara (se acercó a mi oído), de verdad te pone tanto el verme follada por otro, ,con lo celoso que eres? (me restregó la lengua por el cuello mientras me tocaba de nuevo la polla bajo el agua)

Yo: “¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? Al menos una vez me gustaría verlo.” (ella notó que me empalmaba de nuevo y me la soltó)

Carmen: “Ahora te quedaras así, a medias, como yo me he quedado hoy.” (No se si lo dijo por mi o por Daniel)

Se apartó de mí y se dirigió hasta la escalerilla para salir del agua, se volvió y con un gesto le hice entender que en ese momento no podía salir del agua, estaba empalmado como un caballo. Se rio, dio media vuelta y se dirigió hasta las hamacas. Al rato llegué yo y se volvió a reír pero esta vez mas en alto. Entendí a que venia aquello. Me acerqué y le dije hoy no te libras de un par de polvos y me recordó que teníamos visita. Evidentemente me callé y así quedó el asunto, de momento…

Sobre las siete de la tarde sonó la sirena que servía para avisar a la gente que ya cerrarían la piscina.

Llegamos a casa como a la hora o así. Ella se metió en la ducha. A los minutos yo me metí con ella, pero sin ducharme sólo la miraba a través del cristal translucido del la mampara. De vez en cuando su culo se pegaba al cristal, curiosa visón pero muy morbosa. Nunca pensé que un culo aplanado por un cristal podía ser tan excitante. Le pregunté si me podía meter también y me respondió que sí. Abrí la puerta de la mampara y pasé al interior. Empecé a acariciarla por la espalda. Ella se volvió hacia a mí y me dio la esponja. Claramente entendí que quería que le frotara la espalda, se la froté despacito. Tenía la espalda algo quemada por el sol, ella es de piel muy blanca y eso se le nota mucho incluso echándose crema protectora. Bajé hasta su culo y después de masajearlo convenientemente le introduje la esponja entre sus piernas. Ni se lo pensó: apoyó una de ellas sobre el portagel y dejó que yo hiciera de las mías.

En ese momento me agaché y su culo quedó en mi cara. Levante la mano para empezar a sobar las tetas con la espoja desde atrás, con la mano que me quedaba libre intenté abrir sus nalgas pero no lo conseguí, complicado con una sola mano. Solté la esponja y todo resulto mas fácil. Metí mi cara entre ellas y comencé a lamer su agujerito lentamente Ella apretó su culo contra mi cara, casi me ahogaba, pero yo seguía lamiendo aquello que durante todo el día había estado en remojo. Ella por su parte empezó a tocarse el clítoris. Casi sin darme cuenta ella soltó un profundo “mmmmm” y simplemente se corrió. Me aparté pensando que ella me la chuparía o algo así pero nada mas lejos de sus intenciones. Me dejó otra vez empalmado y salió de la ducha, me miró con cara de «estamos en paz» se puso el albornoz y salió del cuarto de baño, terminé de ducharme y al poco yo salí también .

Ella estaba en el salón, recostada en el sofá, con una pierna encima y la otra abajo apoyada en el suelo. Tenía aun el albornoz puesto, casi abierto del todo menos por el cinturón que evitaba que se abriera del todo. Se le veía todo el coño, lo hacía queriendo y una sonrisa muy muy guarra, no picarona sino de guarra, guarra. Sonreí yo también y me senté junto a ella , le dije:

Yo: “¿Entonces es cierto que hoy no se folla?”

Carmen: “Ya te lo dije, además yo ya me he corrido estoy satisfecha y soltó una risotada burlándose de mí, ademas tu también te has corrido, dos veces apostillo una conmigo y otra con la paja.”

Yo: “La paja no cuenta.”

Carmen: “Eso es lo mas que conseguirás hoy, además tenemos que prepararlo todo para la cena o lo habías olvidado? Tienes que salir a comprar algo.

Yo: “¿Y dónde voy? Hoy es domingo y en la calle aun hace un calor asfixiante.”

Carmen: “Al chino, ¿dónde sino? Tienes que traer bebida que no hay. ¿Qué es lo que toma daniel?”

Yo: “Creo que era Whisky lo que tomó en la boda, pero no lo recuerdo con exactitud.”

Carmen: “Pues trae una botella que aquí queda media mas y creo que será poco, y trae para mí ron y una botella de piña. Ahhh y no se te olvide el tabaco que ya sólo queda medio paquete.

Yo: “Claro como tú estás aquí fresquita con el aire acondicionado es fácil mandarme a mí a la calle.”

Protesté un poco más pero accedí. Me hizo una lista con algunas cosas más y salí a la calle a por todo lo que me había mandado. Por supuesto por el camino me paré en casa de un amigo al que en ocasiones señaladas le compro un poco de algo para fumar (ya me entedéis). No somos mucho de fumar pero de vez en cuando a los dos nos gusta echarnos un par de ellos para relajarnos. Cuando volví a casa eran casi las nueve y cuarto, entre y lo primero que me llamo la atención era que ella seguía tranquilamente viendo la tele en el sofá.

Yo: “¿Aun estás así? ¿Y la cena no has empezado a prepararla?”

Carmen: “No te preocupes, llamé a «tu tranquilo» (nombre ficticio de un sitio de comidas preparadas) y la tienes que recoger a las diez menos cuarto.

Yo: “¿Y también he de ir yo? Me he duchado antes y ya estoy sudando de nuevo y si me vuelvo a duchar volveré a sudar otra vez.”

Carmen: “¡Que tiquimiquis estás! No te preocupes, te refrescas un poco rápido y ya esta, tampoco es para tanto. Por cierto, por qué no me hechas un ron con piña? Tengo sed.”

Yo: “¿Tan pronto?”

Carmen: “Sí hombre no pasa nada, un día es un día. Por cierto, has ido a casa de Miguel?” (el de las cosas de fumar)

Yo: “Sí claro, pero no sé si Daniel fuma o no, en eso tendremos que tener cuidado, igual no le gusta y quedamos mal.”

Carmen: “Estás en todo cariño que haría yo sin… Seguro que aun sigue fumando, él y mi hermano fumaban juntos de jóvenes, seguro que aunque no fume no pensara nada raro , menudo era de chaval, tú no le conoces.”

Pensé: le conozco mejor de lo que tú crees, y me dispuse a poner la copa a mi mujer. Yo también me puse una y nos fumamos un cigarrito de esos antes que llegara Daniel.

Llegó lo hora de recoger la comida y salí a por ella, está como a cinco minutos andando desde mi casa. Al volver Daniel estaba en la entrada de mi bloque mirando los números de los portales para llamar a mi timbre. No le dio tiempo porque le llamé. Al verme sonrió, llevaba una botella de rioja del caro en las manos. Nos saludamos y entramos al portal , antes de coger el ascensor le dije:

Yo: “Vengo de recoger la comida. Espero que te guste. También traje whisky. Creo que eso es lo que bebías en la boda, con seven-up ¿no?”

Daniel: “Sólo o con seven-up me da igual, y tu esposa ¿qué tal? ¿se ha olido algo?”

Yo: “No, ni mucho menos. Otra pregunta, espero no quiero ser indiscreto: ¿fumas

Daniel: “Si claro no me has visto hoy y en la boda? Ahhhhh ja ja ja tú te refieres a ………, por supuesto, ¿ustedes también? Quien lo diría de tu mujer, con lo modosita que era y la de sorpresas que me estoy llevando con ella ja ja ja.”

Yo: “Si me había contado que tú y su hermano fumabais pero como ha pasado tanto tiempo pensé que eso ya paso, en fin mejor nosotros ya estamos por la primera copa y el primer «cigarrito» ja ja, a ella ya se le nota un poco, disimula que no note que te he dicho nada.”

Daniel: “Ok no hay problema.”

Yo: “Por cierto, mi mujer me mando a comprar algunas cosas, entre ellas tabaco, luego le diré que eso se me había olvidado y tendré una excusa para dejaros solos un rato vale?”

Daniel: “Tío que retorcido eres, cualquier cosa que yo piense ya la has pensado antes que yo , es una buena idea.”

Yo: “Mira cuando he salido ella aun estaba en albornoz, entraremos sin hacer ruido y si hay suerte seguro que la pillamos así, seguro que con el «cigarrito» se le ha ido el santo al cielo, igual se enfada un poco, tú disimula.”

Él se río de nuevo. Me miró con cara de complicidad y sin hacer ruido metí las llaves en la puerta. Sonaba algo de música. Así que seguro que ni nos había oído llegar. Pasamos al salón y efectivamente le pudimos ver con claridad toda la entrepierna. Ambos pedimos disculpas y nos giramos y ella rápidamente se tapó , se puso bien el albornoz y con disimulo dijo:

Carmen: “Uy, ¿ya es la hora?”

Se levantó y se dirigió a saludar a Daniel con un beso en cada mejilla. A mí me miró con cara de «tío estás atontado». No le presté atención. Pedimos a Daniel que se pusiera cómodo y le servimos una copa, mientras ella se vestía yo terminé de poner las cosas en la cocina y me senté junto a Daniel. En Sevilla en verano. A las diez es casi de día. Así que al salir, mi mujer ya vestida (ahora os la describo, pero simplemente provocativa), decidimos esperar para poder cenar mejor en la terraza, al aire libre. Desde allí a veces giramos la tele y se ve perfectamente ya que es un televisor de 42 pulgadas y además estamos fresquitos al aire libre. Es una terraza grande y muy cómoda.

Os describo ahora como iba vestida Carmen: llevaba una falda muy corta negra, ajustada pero muy finita y cómoda. En cima una especie de camisita ancha color rosado, de esas que se amarran y dejan todo el estomago al aire. El escote lo tenía abrochado pero se vislumbraba un sujetador casi del mismo color que la camisa, algo mas claro. Las tetas muy marcadas. Tiene mucho volumen y ella seguro que no se había dado cuenta o sí, pero los pezones los tenía bien duros. El pelo peinado hacia atrás y suelto. En fin: un bombonazo.

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