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Cunnilingus y masturbación

Cunnilingus y masturbación

Ester y yo esperamos al chico, que llegó 20 minutos tarde. Cuando llegó ya estábamos que nos subíamos por las paredes, desesperadas. Llegó Andrés se excusó y ya estaba Ester jugando con un dedo en su mejilla, seductora.

Era un chico alto, delgado y muy educado. No es que fuera mi tipo, pero para un rollete no estaba mal. Cuando llegó lo primero que hizo fue disculparse por sus 20 minutos de retraso: “Siento haber llegado tarde. La entrada al pueblo es fatal.” Tenía razón. El pueblo donde vivimos está entre montañas y para entrar hay una carretera con muchas curvas. “¿Tenías miedo a no llegar y no conocernos?” como siempre mi amiga con sus preguntas tontas, tratando de poner nervioso a los chicos. “Sí, porque al otro lado de las curvas hay un barranco que te cagas” respondió y todos nos reímos.

Fuimos a un banco del puerto. Ya se estaba haciendo de noche y a esas horas allí no había farolas, por lo que teníamos total discreción a las miradas curiosas. Ester y Andrés estuvieron hablando entre ellos un buen rato, mientras yo miraba como las últimas luces se apagaban. Hablaban sobre cosas cotidianas como el tiempo, la televisión, la entrada al pueblo… Pero poco a poco Ester se fue acercando a él, llegando a acariciarle el pecho. Yo estaba al otro lado de mí amiga, donde me sentí por momentos desplazada. Hasta que finalmente Andrés se dirigió a mí: “Y tú Alma, ¿no dices nada?” y le respondí con otra pregunta “¿qué quieres que diga?”. Ester rió. “¿Por qué no le cuentas lo de Hugo?” me sorprendió. “No tía, eso es privado” salté. “¿Qué privado? Si lo sabe todo el pueblo.” Y la cabrona empezó a contarlo todo por mí, sin omitir ningún detalle. Cuando terminó Andrés se levantó y se colocó entre mi amiga y yo. Me cogió del hombro, abrazándome. “Pobrezita. ¿Eso te ha pasado?” Yo me encogí de hombros. No sabía donde meterme de la vergüenza.

Cunnilingus y masturbación

Estaba a rabiar con Ester, pero curiosamente que Andrés supiera eso de mí lo hizo mucho más cariñoso conmigo y yo me dejaba querer. Sin embargo Ester no se quedaba paraba y seguía acariciándole el pecho, con sensualidad. De pronto no sé que pasó que me vi manoseada y al mismo tiempo mi amiga y el chico se besaron. Fue algo raro. Ester consiguió seducirlo y, para no dejarme de lado, cogió la mano del chico y la colocó sobre mis pechos, por encima de la ropa. Mi primer impulso fue el de soltarle una hostia, pero al ver que era la mano de mi amiga la que guiaba la del chico me contuve. Entrecerré los ojos y me deje llevar. Andrés, al ver que me dejaba tocar, dejó de besar a Ester para besarme a mí. Mientras ella bajaba la mano y empezó a acariciarle la barriga, casi rozándole la ingle. Empecé a sentir ese calentor en mis zonas erógenas y, el poco frío que sentía se convirtió en sudor, o eso me parecía. Mis ojos entrecerrados sólo veían besos y caricias tanto para mí como para mis cómplices amantes.

Sin embargo era todo una locura. ¿Qué hacíamos dos amigas liándonos con un chico a la vez? De pronto me sentí rígida. No quería seguir. Estaba convencida de que lo que hacíamos estaba mal, por mucho que me gustase. No quería ser la zorra que se dejaba meter mano, y eso era lo que estaba haciendo a escondidas de todos. No quería dar la razón a Hugo. No quería que pasara lo que estaba pasando. Tenía que controlar mis impulsos. Y me aparté unos centímetros. Lo justo para que ambos entendieran que no quería seguir. Pero ellos no pararon y siguieron besándose y manoseándose como locos, completamente excitados.

Ester le besaba con lengua y se retorcía de placer, sintiendo las manos de Andrés recorriéndole el cuerpo. Tenía una mano tocándole las tetas por dentro de su escote y la otra en el trasero, hundida en el pantalón. Yo estaba completamente excitada de ver la imagen. De hecho el calentón que tenía no se me quitó al apartarme, sino que aumentó al ser consciente de lo que tenía al lado. No quise volver a la acción, pero me acaricié mientras contemplaba el espectáculo que me estaban ofreciendo. Teníamos los tres un calentón impresionante, pero sólo ellos dos decidieron desatar su pasión y yo me sentí a gusto mirando, contemplando la escena.

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El chico empezó a besarle el cuello y bajó hacia su pecho. Ester gemía y movía el culo de arriba hacia abajo, como una perra en celo. Le sacó las tetas y las chupó con la boca bien grande, moviéndolas. Mi amiga dejó caer la cabeza hacia detrás mientras sentía los besos y caricias en su cuerpo ardiente. Al mismo tiempo mis dedos ya se introducían en mi vagina, que estaba tan caliente que había dejado mis braguitas chorreando. Entonces Andrés bajó de las tetas, besando su ombligo y desabrochó los botones del pantalón. De un fuerte estirón dejó al descubierto un tanga rojo, que apartó sensualmente con un dedo. Sus besos fueron lentamente pasando de su vientre a su ingle, siempre besando en círculos al rededor de su vagina. Y su lengua se estiró hacia su clítoris. Lo noté porque Ester en ese momento se retorció, como si hubiera recibido un latigazo. Pero el chico ya estaba sumergido entre sus piernas, tratando de que ella alcanzara el clímax. Y no tardó mucho porque sentí como se estremecía al agarrarle la mano. Con mi otra mano yo seguía masturbándome y casi al mismo tiempo llegamos al orgasmo juntas, que fue intenso y placentero.

Fue algo especial. Ester y yo estábamos tan unidas que sentimos el éxtasis de la otra. Me sentía tan comprendida, tan apoyada, tan caliente… que me dio igual que el chico viera que me había corrido viéndolos. Estaba tan feliz de tener una amiga como ella, ayudándome, empujándome hacia lo que quería experimentar y entregándome su sexualidad sin tapujos, que la abracé y le di un húmedo beso. Andrés se quedó flipado al vernos. Era feliz. Era eso lo que quería para mi vida. Y Ester me lo estaba regalando. Era mi mejor amiga, mi amiga especial.

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Comentarios (2)

joder Alma me ha encantado

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Alma me ha gustado muchos besos

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