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Entregada a un hombre maduro

Entregada a un hombre maduro

A pesar de mi mala primera experiencia con maduritos, decidí volver a intentarlo porque había tenido mejores sensaciones que con chicos de mi edad. Ellos saben muy bien como complacer a una chica, y eso es lo que necesitaba.

A pesar de la decepción que me había llevado al quedar con el hombre de 45 años, decidí volver a estar entregada a un hombre maduro. Mi manera de pensar era que a mis 18 años, si quedaba con un chico joven me exigiría lo que no pudiera darle y, debido a mi físico, ya que en los últimos meses había engordado notablemente, no podría ligarme a ninguno que mereciera la pena. En cambio un madurito podría darme lo que deseaba y quedarse encantado al montárselo con una jovencita. Tal vez éste último, con el que había quedado, no supiera dar lo que mi cuerpo necesitaba y tenía que dar con uno que si lo hiciera.

Conocí a otro maduro de 43 años, con el que mantuve primero una breve relación en el Messenger. Nos mandamos fotos, reímos un poco y cuando me sentí a gusto, decidí quedar. Le había dejado claro hasta donde podía llegar y se mostró conforme aunque sólo le hiciera una paja, pero sabía que llegaría más lejos.

Entregada a un hombre maduroVolví a quedar en las afueras de mi ciudad. Vino a recogerme en un coche bastante elegante. Sentí que las personas mayores tenían más recursos para satisfacer mis necesidades. Quedar con alguien que tuviera un coche me ofrecía discreción y morbo. Además éste tenía su propio piso vacío para nuestro fogoso encuentro. De esta manera me vi en un coche, con un extraño, de camino a su casa. Durante el viaje, quitando una mano del volante, me empezó a sobar las tetas. En ese momento se me humedecieron las braguitas. La sensación de sentirme deseada y el riesgo de la situación se mezcló formando una cosilla que se subió por mis entrañas, haciendo derretirme.

Entregada a un hombre maduroAl llegar a su casa, sin apenas hablar, alargó una mano para apretarme contra él. Nos manoseamos con ansiedad. La excitación se desató, definitivamente. Poco a poco nos fuimos quitándonos la ropa. Enseguida, y antes de que me lo pidiera, me agaché y empecé a notar el pene erecto a través de sus calzoncillos, con la cara. Sus piernas tenían muslos caídos y, aunque con pelos, parecían peladas, pero todo ello lejos de hacerme sentir incomodidad, me excitaba. Tenía una polla pequeña, tal vez 10 centímetros, pero me bastó para lo que quería hacer. Me la metí en la boca completa y empecé a mamarla, sin pensarlo. Tenía la medida perfecta para mi boca. Podía rozar el pubis con los labios sin ahogarme. Algunos pelos sueltos me hicieron parar para quitarlos, pero por lo demás era perfecto para lo que quería. Además la sensación de volver a estar entregada a un hombre maduro fue brutal, me excitaba sólo de pensarlo.

Entregada a un hombre maduro

Seguí haciendo la mamada, más y más fuerte. Llegué a sentir su excitación. Noté sus manos agarrando los pelos de mi cabeza y empujándome. La excitación aceleró los latidos de mi corazón. Me encantaba sentirme dominada. Seguí haciéndolo sin parar hasta notar como llegaba el momento de correrse, y seguí… El semen inundó mi boca. No tenía mal sabor y era poca cantidad. Otra vez tuve deseos de tragármelo, pero no podía ya que lo acababa de conocer y podría tener cualquier cosa. Decidí escupirlo y esperar a tener más confianza para tragarlo.

El hombre me empezó a hacer comentarios de admiración y me invitó a comer pizza. Quedé muy contenta con el encuentro y decidí darle mi teléfono para quedar más veces. Y así fue, porque estuvimos quedando todas las semanas durante mucho tiempo. Además, por el chat seguía buscando encuentros. Uno de ellos fue un maduro de 57 años.

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Comentarios (2)

Te dije que no me tocaría … Te mentí …

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gracias por su visita en mi blog!!!keep posting!!besos

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