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Fin de año con alcohol y ligues

Fin de año con alcohol y ligues

En noche vieja de ese año, cuando tenía 21 años, quedé con mis amigas, después de cenar con la familia, para ir a tomarme las uvas a la Puerta del Sol y para salir por la zona de discotecas del centro de Madrid.

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La amiga del coche se acababa de emparejar y estaba muy modosita con su nuevo novio. Me puse un vestido escotado y pasé mogollón de frío, hasta que me tomé Malibú con piña de un trago, que nos trajimos de casa. No sólo dejé de tiritar, sino que empecé a sudar un poco incluso. Y como seguía tragando como si esa noche se acabara el mundo, me puse borracha a cantar canciones en otros idiomas malamente.

En la plaza había mucha gente apretada, esperando la media noche. Pero, sobretodo habían muchos guiris que no nos quitaban ojo. Ya nos avisaron que íbamos demasiado sexis. Y que rabia de petardos que parecía que nos los tiraban a los pies. Pero luego, según se acercaba la hora, nos apretamos más y dejaron de molestarnos. Ahora era el bullicio de tanta gente, pero en fin, a eso íbamos.

Entonces ocurrió algo muy raro. Estamos las cuatro mirando el reloj, porque el novio se había ido a pedir unas copas y tardaba. Resulta que detrás de nosotras habían cuatro chicos, que se ve que vergonzosos, dijeron de abrazarnos los cuatro a la vez. Lo primero que hicimos fue sorprendernos. No nos esperábamos algo así. Lo siguiente que pasó fue que la amiga del novio rechazó al que la había agarrado por la cintura, eso sí, sin enfadarse. Las otras tres nos dejamos querer. Estábamos de fiesta, medio borrachas, a punto de dar la bienvenida al nuevo año y hacerlo con un chico a quien besar después de las campanadas siempre es muy agradable. Aunque, eran muy cortados y casi no se atrevieron a hablar. Además, había uno que había quedado solo y no les hacía gracia. El chico que quedaba suelto, intentó acercarse a nosotras disimuladamente. Entre otras cosas para estar acompañado de sus amigos y también para estar con nosotras. Así que nos dejamos querer. Los chicos no eran especialmente guapos, pero con la excusa de que la otra estaba igual, nos dejábamos llevar.

Fin de año con alcohol y ligues

Cuando llegó el novio de la que conducía, se molestó mucho. No llegó a decirnos nada, pero se le veía muy serio y mirando para otro lado. Entonces, nuestra amiga, sabiendo que éramos así y que esto podría ocurrir, le dio la razón y empezó a meterse con nosotras. Desde luego que la confianza da asco.

Nos tomamos las uvas, entre una confusión total, porque no se sabía cuando eran los cuartos y cuando la campanada, vamos como siempre. Al terminar, con el año nuevo, nos dimos un beso en la boca con nuestros ligues. Pero las tres a los cuatro chicos. Menudo pelotazo llevábamos. Y desde luego, el enfado de la parejita aumentó.

Fuimos a un local que nos cobraron por la entrada casi 100 euros. Total, era una noche para disfrutar y no preocuparse por el bolsillo. Pero había barra libre, así que había que aprovecharla. Bebimos todo lo que nos cogía, porque la que conducía no bebió. Bailamos con nuestros ligues. Las tres, empezamos a jugar a ponerlos como motos y después pasar de ellos. Así cambiábamos de pareja. Lo hacíamos muy a menudo porque había uno que se quedaba solo y nos sabía mal. Así llegaron las tres y media de la mañana, cuando la pareja dijo que ya estaban cansados y se querían ir. Como ella era la que conducía mandaba. Las tres nos pusimos de acuerdo y le dijimos que no. Nos lo estábamos pasando de puta madre y no teníamos ganas de acabar la fiesta tan pronto. Esperamos a salir a la calle para poder hablar sin música fuerte. Discutimos mucho. Nos dijeron que habíamos venido a estar con las amigas no a ligar y lo que hacíamos no estaba bien. Le respondimos que si ligábamos debían alegrarse por nosotras y que era prontísimo para retirarse en noche vieja. Total que acabamos mal. Ellos se fueron en el coche y nosotras dijimos de volver en tren.

Fin de año con alcohol y liguesVolvimos al local pero cuando conseguimos entrar los chicos no estaban. ¡Que mala suerte! Estábamos tan a gusto con ellos que lo sentimos de verdad. Pero nada, seguimos con la barra libre, bailamos entre nosotras y no quitábamos los ojos de los chicos que habían por alrededor.

Se nos acercó un chico. Me dijo que le gustaba mi amiga. Yo le dije ¿Ah, sí? mientras me tocaba el escote intentando camelármelo. Era la que se hacía pasar por mi novia. La otra era la que el novio pasó de ella en Móstoles, un poco menos agraciada y mucho mas cortada. Teníamos que empujarle para que ligara. Pero sin dudar lo hacíamos. Con los chicos de antes se lió, porque como eran ellos los que se lanzaron, y sólo se dejaba hacer al igual que nosotras, le resultó menos violento. Pero en condiciones normales no solía ligar. Y el chico estaba preguntando por la otra. Tal vez fuera cortado también, porque no se atrevía a decírselo directamente a ella. Hice de celestina y acabé mandándolos a los dos al aseo.

Me quedé a solas con mi amiga, que parecía distraída con la gente que entraba. Entonces se me ocurrió hacer que ligara ella también. Busqué un chico normalito y le dije que le gustaba a mi amiga. Él se sintió interesado y cuando le conté a mi amiga lo que ocurría, al principio se sintió vergonzosa y se apartó, pero con un empujón mío se acercó al chico y se acabaron liando. Aunque de los besos no pasaron. El chico estaba cachondo perdido, pero mi amiga no se animó a llevárselo al aseo y delante de tanta gente no quería ni que le metiera mano. Así que nada.

Cuando llegó la otra con una sonrisa de oreja a oreja, le conté lo que había pasado y le pareció genial. Dijo que habíamos tenido éxito todas. Sólo faltaba que yo ligara sola con un chico. Porque ya antes había ligado a los chicos que compartimos. Pero aunque lo intenté y me di un par de picos, no llegué a ligar como yo quería.

Fin de año con alcohol y liguesDe vuelta para casa, en el tren, nos sentamos en unos sillones. A un lado había un chico con varios amigos. Se acercó a nosotras y empezó a preguntarnos como nos iba la noche. Mis amigas, un poco antipáticas, siguieron a su bola porque pensaron que se trataba de uno de esos pesados. Y la verdad era que en parte sí lo era. Pero a mí eso me gusta. Me encanta que me pregunten, sobretodo en temas de sexo. Me siento interesante así. Le empecé a contar todo lo que había hecho esa noche y según veía que me abría, me hacía preguntas mas comprometidas que yo respondía sin pelos en la lengua. Hasta me preguntó con cuantos chicos había estado y qué había hecho. Se lo dije todo, incluso que había estado con chicos mayores de jovencita. Le pasé mi Messenger y todo. Noté como me miraba el escote y eso me hizo subirme por las paredes. Mis amigas se quedaron sorprendidas conmigo, por todo lo que le estaba contando. Luego les dije que me lo había inventado, pero era todo cierto. Nos llegamos a liar pero entonces llegó nuestra parada. La puerta no se abría y tuvimos que bajar en la siguiente estación. Nos vino bien porque en los cinco minutos que teníamos de más, aprovechamos para liarnos y meternos mano como locos. Estuvo tentado en bajarse con nosotras para pasar conmigo una hora o dos más, pero le dije que no, porque ya eran las 7 de la mañana, estaba reventada y como teníamos contacto podíamos hablar por el ordenador y quedar otro día. Y así lo hicimos.

Cuando bajé del tren fue como si saliera del aseo después de echar un polvo: Tenía el pelo despeinado totalmente y la ropa descolocada. Me había cogido con ganas. Tuvimos que llamar al hermano de una amiga para que nos recogiera, ya que había una hora de camino a casa, que vino a recogernos sin problemas. Y nada para casa a dormir que ya había sueño. No volví a ver a este chico hasta dos meses después, en una noche con cena y revolcón

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