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Fluidø

Con la película de sexo experimental de Shu Lea Cheang “Fluidø” volvemos a los futuros ¿distópicos? O utópicos tal vez. Esta película que se estrenó en la Berlinale en 2017, Shu Lea Cheang volvió provocar con sus películas de cibersexo. Les invitamos a leer nuestra humilde reseña sobre Fluidø, cuyo impacto fue muy soterrado. Mucho más de lo que quisiéramos que fuera.

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Créditos

  • Título original: Fluidø
  • País: Alemania
  • Duración: 79 minutos
  • Año: 2017
  • Género: Erótico, serie B, ciencia ficción, distopía, homosexualidad
  • Director: Shu Lea Cheang
  • Reparto: Bishop Black, Caprice Crawford, Kristina Marlen, Aérea Negrot, Sadie Lune, Alexander Geist, Antonio Onio, William E. Morris

Rompe los paradigmas tradicionales

¿En qué medida la película rompe con los hábitos de visualización tradicionales? Pues en todos los sentidos. Una película puede ser o una obra revolucionaria o una especie de retrato fiel de la realidad. Pero con Fluidø podremos ver una serie de proyecciones hacia un futuro llevado por el consumismo y la banalidad. Puede que en la simpleza se encuentre en el Placer, pero Fluidø lo llevó al siguiente nivel.

Oscura e incomprendida: Fluidø

La trama va de la siguiente manera. Es el año 2060, para este momento la lucha contra el SIDA se ganó hace mucho tiempo. Sin embargo, el virus ha logrado mutar en algunos portadores, donde su eyaculación es una droga altamente efectiva. La droga, denominada “Zero Gen” es codiciada en el mercado, donde la única forma de extraerla es desde la masturbación.

Aún hay más: lo grotesco del mundo de las adicciones

Fluidø

El mercado negro de esta droga está en auge, lo que trae a la escena la androide Natasha (Candy Flip). En nombre del gobierno, se supone que debe infiltrarse en las «plantas de cosecha» de la droga. Con la intención de identificar a las personas que están detrás de ella. Pero resulta que los humanos artificiales también son susceptibles a los efectos de «Zero Gen». Sin embargo Natasha se verá envuelta en su libertinaje sexual y las escenas más ricas. 

Surrealismo sexual o sexo surrealista

Como ya sugiere la sinopsis de la trama, la directora Shu Lea Cheang no está interesada en una narrativa convencional. Fluidø entrelaza escenas que a menudo son de naturaleza sexual, cuyo hilo conductor se limita a menudo a la presentación de la desnudez excitada. La exuberancia inducida por las drogas y el intercambio de fluidos corporales es la joya de la corona.

El papel de la Shu Lea Cheang

Fluidø  se mueve en la delgada línea del arte y la pornografía, porque la película es extraordinariamente explícita en su descripción. Sólo de vez en cuando las aventuras sexuales de la protagonista son interrumpidas por escenas a veces absurdas. En uno de los intermedios de la película, por ejemplo, se desarrolla un número musical corto pero bastante extraño.

Esto no es amor: es sexo y follar en lugares de cosecha

Fluidø es básicamente una película de sexo más o menos surrealista. Sin embargo, destaca Shu Lea Cheang que su película tiene un contenido político y reivindicador. Podría ser un collage anterior de manifestaciones del movimiento Act Up. Este movimiento ha luchado contra la estigmatización de las personas que padecen VIH desde la década de 1980.

Distopías que podrían volverse realidad

En la distopías de la película, el peligro real que representa el virus es obsoleto desde hace muchos años. Sin embargo, las personas que sirven como portadores todavía son vistas (por el estado) como una amenaza. En su mayoría son víctimas de la trata de personas por parte de comerciantes del mercado negro o meras cosificaciones del placer. Esto es la crítica que hace la directora con muchos desnudos, escenas masturbadoras y semen en la cara.

En conclusión

En síntesis, Fluidø se convierte en una de estas películas que te pondrán a recorrer la sangre en varios lugares. Uno de ellos será nuestras zonas erógenas porque hay bastante material explícito. Pero también nos llevaran a la reflexión sobre la cosificación sexual. El mercado negro y la trata de personas ¿vale nuestro placer? Esa es la pregunta. Que tanto podemos deshumanizar a alguien en pro de nuestro más oscuro deseo.

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