Después de un tiempo sin hablarme con mi amiga, la que se hacía pasar por mi novia, volvimos a ser inseparables. Salíamos con otras amigas nuevas y nos íbamos de fiesta. Bailábamos como siempre muy sensualmente, calentando a los tíos. Os cuento como acabé follando al primo de una amiga.
Un día, una de las amigas nuevas, nos dijo que si podía venir su primo de fuera para salir con nosotras. Claro, le dijimos que sí. El chico era alto, delgado y un poco vacilón, lo justo para gustarnos a todas. A mí me hacía ojitos y yo me sentía afortunada de gustarle entre tantas chicas. En un par de ocasiones me metió mano fingiendo chocarse o no verme. Y yo me dije, vale, este va a por mí. Pero, esa misma noche, se enrolló con otra del grupo. La chica fue mas lanzada y le entró. Acabaron en un aseo de la discoteca haciendo de todo y empezaron a salir.
A los pocos días me vino a buscar la chica. Me dijo que no estaba segura de estar con él y quería que fuera yo quien cortara de su parte. Yo le dije que no, que era cosa suya y tenía que ser ella quien lo hiciera. Pues no sé cómo, pero me vi en medio de todo el follón y ella se fue llorando y él también quedó bastante tocado. Lo empecé a consolar pero no pasó nada. Quedábamos como amigos y al mes me dijo que quería hablar conmigo y yo lo esquivaba porque sabía que quería salir conmigo y como había estado con mi amiga no quería mas follones. Pero al final me convenció para dar una vuelta por el monte y me pidió de salir. Le dije que sí pero me sentía mal por mi amiga, pero cuando hablé con ella me dijo que no había problema, que ella lo dejó porque no le gustaba y que hacía bien yo en salir con él.
Al principio sólo nos dimos algunos besos apasionados y poco más. Él hablaba con mis amigas y les contaba todo lo que hacía conmigo. Por ese motivo me volví mas recatada. Si me hubiera desmelenado hubiera hecho fama y eso es lo último que quiero. Así que nada, tuve una relación normal. No llegué a mas hasta unos meses después que subimos al ático de mi escalera y allí hicimos de todo. Primero nos liamos fogosamente mientras nos metíamos mano. Le bajé los pantalones y empecé a darle besitos sobre la zona de la ingle. Era bastante peludo como me suelen gustar a mí y tenía buena herramienta, así que empecé a mamársela ayudándome con la mano. Y después me senté encima y cabalgamos en silencio y a oscuras, muy fuerte. Era bastante brusco y no llevaba cuidado. Me penetraba hasta el fondo sin preguntarme si me hacía daño. Y bueno, aunque a veces sí me hacía daño, el placer de sentir una embestida potente superaba al dolor. Realmente disfruté con el polvo que eché con él y eso sólo era el comienzo.
En los días posteriores comprobé que no contaba nada de lo que hicimos en el ático y eso me dio ánimos para desmelenarme por fin. Así que me atreví a proponerle ciertas cosas que me daban morbo. La primera y a la que no puso ninguna pega, fue a que me diera por detrás. Notaba su pene mas apretado dentro de mí y eso me encantaba. También le propuse practicar sexo en lugares que nos pudieran pillar. Y también accedió. Lo hicimos en los bancos que habían en un paseo, a las tantas de la noche. En un par de ocasiones pasaba alguien caminando y yo hundía mi cabeza hacia sus partes. Por un lado me moría de vergüenza de que me pudieran reconocer, pero por otro me humedecía sólo de pensarlo. Una de las veces creí reconocer a quien nos vio y desde entonces nos fuimos a lugares mas discretos, donde si nos pudiera ver alguien, que fuera un desconocido. Pero experimenté esa sensación de sentirme deseada por otra persona y el morbo me recorrió el cuerpo. También le propuse hacer tríos y me dijo que eso no le iba. Así que me tuve que conformar con estar con él y hacerlo en lugares que nos pudieran pillar.
Y así estuvimos más de un año hasta que la relación se empezó a torcer. En parte fue porque aunque estaba satisfecha sexualmente hablando, siempre había curiosidades que me recorrían la mente y que con él no podía satisfacer. Pero también fue en parte por la gente que nos rodeaba y por diversos problemas que nos surgieron… Cuernos y depresión.