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Humillación del cornudo

Humillación del cornudo

Por un momento me había olvidado de ellos y me encaminé de nuevo a la habitación. Allí estaban ellos, ya no en el sillón vestidor sino en la cama, ella abierta de piernas y él arrodillado sobre la cama a su costado con el famoso consolador negro en su mano izquierda y la otra agarrándose la polla mientras ella se la chupaba.

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El consolador muy grande y flexible, venoso y con vibrador. Ni si quiera me prestaron atención, estaban a lo suyo. Quise meterme con ellos por el lado izquierdo de la cama ya que ella estaba tumbada en el centro y Daniel estaba a la derecha de ella pero ella con su brazo derecho me lo impidió y me señalo al sillón. Claramente quería decirme que o bien no era mi momento o que yo no participaría. Así que me senté en él y simplemente miraba como ellos estaban a lo suyo. Eso no me gustó pero me tendría que aguantar, ese era mi papel, el de cornudo consentido. Saqué mi polla y me dispuse al menos a disfrutar de lo que estaba viendo. Él seguía con la masturbación vía consolador y ella con la mamada, despacio, sin prisas.

Él paró y se apartó de ella para echarse directamente a su lado. Empujó a Carmen para que ella le diese la espalda. Cogió la pierna de ella por el interior de la rodilla de forma que ella la levantara, de forma que todo su coño quedó al descubierto en mi dirección. La luz tenue y azulada era lo suficientemente fuerte para ver cierto brillo en el chocho de mi mujer. Daniel pegado, agarró su polla por la base y lentamente se la fue metiendo a la vez. Sonó de nuevo ese sonido a coño mojado y penetrado. Empezó con pequeñas envestidas y poco a poco fue elevando la velocidad y la potencia. Los sonidos cambiaron radicalmente de lo anterior a un ruido de carne contra carne. Veía como sus testículos la golpeaban justo en el mismo agujero que yo poco antes había penetrado.

Poco tardo el en correrse, ni siquiera intento apartarse directamente se corrió dentro, sin decir nada se apartó, ella se puso de nuevo boca arriba y llamó mi atención con la mano, me acerqué, me cogió de la cabeza, me beso largamente en los labios. Tenía de nuevo aquel sabor a polla. Tras besarme me dijo al oído:

Carmen: “Cariño quiero explicarte que es lo que tienes que hacer ahora, quiero que de nuevo te metas su polla en la boca, quiero que se la dejes como si nada hubiera pasado, y después que me limpies también con tu lengua, no quiero ni una gota ni dentro ni fuera de mi.”

La verdad con esa nueva situación empezaba a sentirme un poco humillado, pero era una humillación muy morbosa. Cabe decir que yo aun no me había corrido. Me deslicé hasta las piernas de Daniel. La tenía flácida y muy, muy manchada de semen. Y comencé primero con una especie de paja muy despacio para continuar limpiando primero con la lengua toda la punta, cuanto más pasaba la lengua más me gustaba y él mas se empalmaba de nuevo. Parecía que no se cansaba, era lo que se dice todo un semental, después me explicó que él había tomado la famosa pastillita azul y que lo hacía muy a menudo. Bueno el caso es que pronto estaba de nuevo dura, no como al principio pero dura y yo ya no pensaba en humillación ni historias, yo lo que realmente quería es que aquello reventara en mi boca, de pronto ella me agarró por el pelo sin hacerme daño pero firmemente y me hizo sacar aquello de la boca diciéndome:

Carmen: “Ya esta toda limpia, lo demás déjalo de mi cuenta. Ahora límpiame a mí.”

Humillación del cornudoAsí lo hice sin rechistar. De nuevo estaba limpiando y tragando semen del «penetrador» de mi mujer. Pero ella tenía mucha mas cantidad evidentemente. Le chorreaba hacia abajo por lo que le llegaba al culo. Después de limpiar toda esa parte se giró, puso todo el culo al alcance de mi lengua mientras se habría las nalgas con las dos manos. Aquello hizo que dicho agujero quedara a mi merced sin obstáculo alguno. Lo limpié como ella me había pedido, lo dejé limpio como nunca. Seguía dándole con la lengua por que ella había empezado de nuevo a gemir conmigo.

Empecé a meter poco a poco primero un dedo, después dos, Daniel me miraba y me animaba con la cabeza a seguir. Metía y sacaba mis dos dedos de su culo con mucho mucho cuidado, despacio y con dulzura. Ella dijo en ese momento: “Es el turno de Daniel” Paré en seco y saqué los dedos. Acto seguido dijo de nuevo “ayúdale a metérmela” y entendí claramente que mi papel de mamporrero había llegado de nuevo. Así lo hice, dejé que Daniel se pusiera tras ella el apuntó su polla a su agujero y yo cogí su polla por la base y la apreté para impedir que la sangre circulara bien. Eso provocó que la polla se pusiera llena de venas y dura. Poco a poco se la fui acomodando en el trasero de Carmen.Vi a centímetros como Daniel enterraba primero la cabeza y después el resto en el culo a mi mujer, yo le ayudé con un poco de mi saliva, pero eso no evitó que ella gimiera de placer y dolor. Mi polla no era como la suya no sólo eran los 4 o 5 centímetros de diferencia, la de él también era mas gorda; lo notó, valla si lo notó, pero poco le duró el dolor, ella misma empezó a mover el culo de adelante hacia atrás y apretaba fuertemente su culo contra la polla hasta el punto que casi lo dejo caer hacia atrás. También lo movía de lado a lado con la cintura.

Poco tardó ella en correrse mientras se acariciaba el coño. Metí mi cabeza entre las piernas de Daniel y llegué hasta el coño de ella. Empecé a lamerlo mientras él seguía bombardeando el culo de mi mujer. Carmen empecé de nuevo a gemir, claramente estaba dispuesta a correrse de nuevo, pero fue él quien estaba a punto de hacerlo. Ella dijo entonces «córrete en su boca»…

Sacó su polla del culo de Carmen para meterla dentro de mi boca. Ella se apartó de los dos y se bajó de la cama. Se puso tras Daniel, que tenía la polla ocupada con mi boca y empezó a chupármela a mí y de qué manera. Me daba bocaditos pequeños para poco a poco apretar más y más hasta el punto de hacerme daño. Paró, se subió encima mío y empezó a metérsela en su coño, mientras me follaba alargó las manos por ambos lados de la cintura de Daniel hasta llagar a su polla. La agarró con las dos manos y comenzó a masturbarla, de vez en cuando la cogía como si de un palo se tratase y me golpeaba con ella en la boca, cara o donde me pillara. Así Daniel tardó muy poco en correrse pero esta vez en mi boca, ni me lo pensé: lo trague todo. Ya no aguantaba más y dije: «me corro, me corro», aluciné cuando Carmen dijo:

Carmen: “Daniel ahora nos toca a nosotros.”

Daniel: “Por supuesto Carmen.”

Ella entonces se sacó mi polla del coño y junto con Daniel se dispusieron a chupármela. No me lo podía creer, parecía como si se disputasen cada centímetro, como si en ello les fuera la vida, entonces fue cuando me corrí en sus bocas. Los dos tenían la boca, cara y pelo llenos de mi leche. Entre los dos se encargaron de dejarme muy, muy limpio. Era increíble ver esa imagen y pensé en ese momento que de nuevo estaba en un error. No era yo solo quien estaba a merced de Carmen, sino que Daniel también era, por decirlo de alguna manera, tan esclavo o mas que yo.

Nada mas paso esa noche, los tres nos quedamos dormidos. Bueno yo no, al rato de todo esto me levanté de la cama dejándoles solos. Me senté en el sofá pero antes me hice un último «cigarrito» y me puse una última copa. No podía dormir así, pues me quedé pensado sentado tranquilamente en el salón mientras ellos dormían como niños. Repasé cada segundo de ese día. Me acordé de la grabación y la pasé al principio para verla de nuevo tranquilamente y así me quedé dormido casi a las 6 de la mañana.

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