Gracias a Leyre descubrí nuevas sensaciones y gustos más placenteros de los que nunca había experimentado en mi vida. Y nuestra ardiente sexualidad crecía cada día más y más, incluyendo nuevos alicientes, como el de la fantasía del trío bisexual HMH.
Ya disfrutábamos nuestros cuerpos al límite del deseo, pero siempre buscábamos dar un paso más. A veces veíamos películas porno, pero una vez me sorprendió ver a Leyre viendo un trío bisexual de dos hombres con una mujer. Ella estaba desnuda de cintura hacia debajo, dejando ver su coño siempre afeitado. Me encantaba el tono rosado de sus labios. Entonces me hizo una señal para que no hiciera ruido y me sentara a su lado. Así vimos los dos juntos la película. Ya estaba excitada. Me agarró de la mano con fuerza y me la movió para que acariciara su cuerpo. Sentí su piel excitada y su vagina completamente húmeda, más de lo habitual. Ella miraba con mucha atención cada una de las escenas del trío. Yo me sentí un poco raro, pero mi polla creció de excitación.
Cuando terminamos de ver la película, Leyre se tiró encima de mí para hacerme una rica mamada. Después quiso que me la follara por el culo, porque según me dijo lo tenía a punto de explotar. Mientras la penetraba con dureza me preguntó, entre jadeos, si me había puesto cachondo la película porno. Era una declaración de intenciones. Tenía la fantasía del trío bisexual HMH y esa era su forma de dármela a conocer. Me contó, loca de placer, que le pondría muy cachonda verme comerle una polla a otro tío y guarradas semejantes. Yo le respondía que sí, pero una parte de mí se quedó extraña. No llegué a darle mayor importancia, pensé que era parte de nuestro lenguaje perverso al hacer el amor, ya que en muchas ocasiones habíamos fantaseado con una tercera persona.
Por aquel entonces vivíamos en Francia, donde habían muchos clubs liberales. En alguna ocasión llegamos a ir a algún club Swinger y habíamos fantaseado con un trío. Muchas veces hablamos de incluir a un chico, o una chica, en nuestros juegos sexuales, pero ella siempre acababa poniendo alguna excusa. También habíamos hablado con parejas, con la posibilidad de hacer intercambio. Pero siempre esas ideas parecían más bien parte de nuestros calentones, que de la posibilidad real de tener una experiencia con otras personas. Sin embargo descubrir que a Leyre le pone tan caliente ver a dos chicos juntos, supuso que lo habláramos cada vez que follábamos. Su deseo volvió a desatarse, esta vez con aun más intensidad que en las ocasiones anteriores. Me preguntaba si me gustaría que me follara un tío mientras ella me la mamaba. Y yo, sabiendo lo que me gustaba que ella me penetrara con un consolador y lo excitada que se pondría al ver esa escena, le dije que sí.
Poco después, un día viendo la tele Leyre me comentó: «me gustaría probarlo, si tú quieres». Sabía que se refería a la fantasía del trío bisexual HMH porque la conocía muy bien. Sin embargo las veces que habíamos tenido oportunidad de hacer tríos, normalmente era ella la que se había echado atrás porque no le excitaban las relaciones entre mujeres, ni tampoco le ponía la idea de estar con otro chico a la vez que conmigo. Entonces se sinceró y me propuso que fuera yo el que se acostara con otro chico y con ella a la vez. Esa idea se quedó en el aire en principio como fantasía que podría convertirse en realidad, aunque siendo sincero era más de ella que mía. En esta ocasión hicimos el amor con dulzura y nos quedamos durmiendo abrazados.
La fantasía del trío bisexual HMH fue cobrando fuerza. Leyre insistió en ir otra vez a un local liberal ya que allí hay gente de todas las orientaciones sexuales. Habíamos estado en alguna ocasión, sin atrevernos a hacer nada, pero esta vez sabíamos lo que queríamos. También cabía la posibilidad de que yo me acostara con el chico mientras ella miraba, masturbándose con su vibrador a la sombra. Lo que más deseaba era ver como la chupaba y como me la chupaban, como penetro y como me penetran. Si ella entra o no entra en el juego todo dependería de la excitación que sintiera. Lo que sí tenía claro es que tal vez se la chuparía, pero no quería que la penetrara. Así teníamos que acordarlo.
Una tarde fuimos a tomar unas copas. Ya conocíamos algunas personas allí, pero como conocían nuestras intenciones no se acercaban. Había algún chico nuevo, pero no nos llamaba la atención. A última hora finalmente vimos lo que buscábamos: Un chico fuertote de gimnasio, pero sin pasarse. Nos quedamos mirándolo los dos a la vez y, como estábamos en un club de ambiente, se entendió perfectamente que queríamos algo con él. Primero saludó a la chica de la barra, comentó algo con ella y después se acercó con su copa. Se sentó con nosotros, estuvimos hablando de otras cosas y comprobamos que había conexión. Tenía que irse, pero nos pasamos los móviles.
De camino a casa, en el coche, estuvimos hablando del tema. A los dos ese chico nos pareció el adecuado para cumplir la fantasía del trío bisexual HMH. Yo aun no lo tenía del todo claro, pero seguía viéndolo como una fantasía y no como una realidad. Ya en casa lo seguimos comentando. Yo le dije a Leyre mis temores, pero ella estaba tan decidida que trataba de convencerme por todos los medios. Ella también fantaseaba con chupársela a otro chico, pero me había dejado claro que no deseaba hacerlo realidad. Como siempre las mujeres son un rompecabezas, imposibles de entender. En cambio para los chicos, y para mí, las fantasías siempre deseábamos cumplirlas. Finalmente me convenció, pero tratar de convencer a ella que follara era imposible. Así que establecimos contacto con ese chico, que por cierto se alegró mucho de nuestra llamada y quedamos para tomar café. Leyre se vistió muy sexy para la ocasión. Fue curioso ver como a pesar de tener a una chica con transparencias, se fijaba más en mí. Tras hablar de otras cosas, le contamos que queríamos hacer realidad la fantasía del trío bisexual HMH. Le dejamos claro hasta donde queríamos llegar cada uno. Él nos contó que era bisexual versátil, pero que le gustaría tener un rol activo conmigo. En ese momento pensaba en cómo tendría la polla. Entonces Leyre le contó que desde hacía más de un año practicábamos el pegging y que en nuestras fantasías habíamos visto películas porno y nos excitaba la idea de cumplir la fantasía del trío bisexual HMH. Quedó todo claro. Al chico le hubiera gustado que Leyre participara desde el principio y con penetración, pero como yo le gustaba aceptó la propuesta. Después de eso seguimos hablando un rato y finalmente quedamos para unos días después.
Quedamos otro día para últimas los detalles. Yo ya estaba más convencido, porque con el consolador de Leyre a tenía el culo bastante acostumbrando a ser penetrado. Entonces ella le preguntó al chico que cuánto le medía y respondió que 21 centímetros de larga y 6 de larga. Me pareció excesivo, no se si mi culo aguantará… Pero Leyre se rió y comentó que el consolador que utilizamos tiene 20 centímetros de largo y 5 de ancho, por lo que casi ni notaré la diferencia. Y otra vez Leyre, esta vez sorprendiéndome, le preguntó al chico si le importaba que grabáramos nuestras sesiones de sexo, a lo que respondió que vale, siempre y cuando revisáramos juntos las imágenes y borráramos su cara. Y finalmente quedamos para hacer realidad la fantasía del trío bisexual HMH.
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