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Mi primera mamada

Mi primera mamada

En la noche de fin de año hice mi primera mamada. Fue algo extraño, pero aun así no me arrepiento. Fue mi primera experiencia sexual y de una u otra forma, debía producirse. Es normal que al principio fuera todo caótico, pero por eso cuando maduramos no cometemos tantas locuras.

 

Después de las campanadas me junté con mis amigas para ir a los pub’s de costumbre. La noche transcurrió sin novedades, excepto por el detalle de que para entrar en los garitos exigían pagar una entrada, pero luego había barra libre. Estuve bebiendo, pasándome. Tenía 17 años y por aquel entonces desfasaba más de la cuenta. Simplemente pensaba que una noche era una noche y que eso no me iba a perjudicar en la salud. Porque ya sabéis que soy muy considerada con esos temas.

Mis amigas, cuando llegó una cierta hora, se fueron marchando. Era el método que utilizaban siempre. Normalmente unas nos acompañábamos a otras, pero yo insistí en quedarme más rato, con la consecuencia de que me tocó volverme a casa sola. Y, como no, aún tenía en mente la promesa que le había hecho a mi amiga lesbiana. Llevaba mucho tiempo pensando en como sería, si me gustaría… Y después de haber tratado el tema, y de haberme animado, sentí que había llegado el momento. Además, ya había considerado que la embriaguez me ayudaría a lanzarme.

Mi primera mamada

Y ahora voy a contar algo que no le he contado nunca a nadie. Sé que visto en frío es una locura, y que podría haber salido mal por mil cosas. Después de haber sido tan recatada, retrasando siempre el momento, considerando que jamás era la oportunidad adecuada, parece imposible que alguien así hubiera hecho lo que yo hice, pero así fue. Estaba en mitad de un callejón transitado por donde pasaba gente para ir de una zona de marcha a otra. Era oscuro pero cualquiera podría haberme visto. El caso es que me armé de valor y me acerqué al primer chico que pasaba solo. Le dije que quería mamársela. Resulta que el chico no era un chico, era un hombre que tendría sobre 45 años. No me causó buena impresión pero para una vez que me lanzaba, y queriendo cumplir la promesa, decidí llegar hasta el final. Menos mal que el hombre lo pensó bien y me dijo que nos fuéramos a un portal, porque sino se la habría chupado en mitad del callejón. Me estuvo preguntando que por qué lo hacía, a lo que le dije que porque nunca lo había hecho y quería saber que se siente.

Mi primera mamada

Total que me vi borracha, agachada frente a un hombre maduro, completamente extraño. Éste se la sacó y percibí un fuerte olor. En ese momento lo relacioné con el olor a polla y lejos de desagradarme, me excitó más. Tenía pelos desperdigados por la zona de la ingle. No era una zona muy peluda, más bien estaba medio pelada, pero bastaba para rodear el pene con pelos negros tirando a grises. La toqué y estaba caliente, algo que me excitó más aún. Sin pensarlo, me tiré como loca a chupársela. Sabía que si me ponía a pensar, a pesar del estado de alegría en el que me encontraba, dudaría. Y ya había tomado una decisión.

Primero me la metí entera en la boca, y empece a mover mi cabeza para delante y para atrás. El momento de frenesí duró varios minutos. Le acariciaba los huevos con la mano, notando todos los pelos que me hicieron pasar un mal momento. Varias veces tuve que sacarme pelos de la boca y una de ellas pensé que me lo tragaba. Pero aún así seguí y seguí. Mi única intención era que se corriera en mi boca. Pensaba que la mamada no se podía acabar hasta que no se corriese. Si no lo hacía era porque lo estaría haciendo mal. Y todo esto durante más de una hora, con gente pasando por enfrente del portal. No sé como nadie no me llegó a reconocer. Tal vez porque estaba de espaldas y, a las cinco de la mañana, el portal no tenía apenas luz. Pero en esos momentos no me preocupaba por quien me pudiera ver. De hecho, si lo hubiera pensado creo que me habría dado más morbo, pero lo único que pensaba era en volver a tener en la boca el líquido ácido, que aún desagradándome, me hacía tener una sensación tan fuerte.

Mi primera mamada

Hubo un momento en el que el hombre me agarró de la cabeza y empezó a «follarme la boca», literalmente. ¡Fue genial! Sentí toda la excitación que sentía. Fueron unos segundos intensos de placer, donde pensé que se iba a correr, pero no lo hizo, y me sentí vacía. Seguí dándole y dándole, subiendo la intensidad, pero no lo conseguí. Al final me sentí asqueada. No sé si era por el alcohol, o por la polla maloliente del hombre maduro, pero empecé a sentir asco. Aún así insistía hasta que me dijo que no se iba a correr. Me la saqué de la boca y estaba blanda. Me sentí hasta mal. Quería haber hecho la mamada hasta el final. Quería sentir la sensación de que se corriera en mi boca. Había esperado tanto ese momento…

Durante los días posteriores sentí un desagradable sabor en la boca. Era el sabor a polla mezclado con el del alcohol. Estaba asqueada pero no se me iba de la cabeza la idea de que no lo había hecho bien, y que tenía que volver a repetirlo. Que si me había gustado estando borracha, con un hombre mayor, cuando lo hiciera con un chico de mi edad, me moriría de gusto.

Con todo esto me vi sumergida en interminables dudas. Deambulé durante meses confusa, hasta que hice reflexión… Mis deseos… sexuales.

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Comentarios (4)

a ese hombre le toco la loteria,ya me gustaria a mi que me dijeran eso por la calle,me hubiera corrido bien agusto en tu boca….

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jaja pues sí

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Si algún día vuelves a tener esa necesidad, avísame

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Me gustó el relato y me dieron ganas de hacer asi por primera ves

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