En este post os cuento mis inicios sexuales, primeras curiosidades, mis temores… Podréis conocer mi manera de pensar en aquellos años donde las hormonas se disparan. Estaba intentando cambiar las muñecas por chicos y ese cambio cuesta especialmente.
Cuando tenía 16 años no había tenido muchas experiencias con los chicos. De hecho, me juntaba con un grupo de amigos, y era de las que menos ligaba. No pensaba que fuera especialmente guapa, pero tampoco creo que fuera de las más feas. Ahora lo relaciono más con mi timidez. Me costaba mucho abrirme a amigos nuevos y cuando lo hacía, era para ser sólo amigos. Temía mucho por “el que dirán”, o si no iba a gustar al chico y me llevaba un chasco. Total que no me terminaba de lanzar y empezaba a tener ciertas curiosidades. La cosa fue a más y comencé a conocer gente por el chat de Terra. Hasta me hice una cuenta nueva de Messenger para los ligues de Internet. Estuve varios meses conociendo a gente, sin atreverme a quedar en persona. Mientras, las fantasías recorrían mi mente con grandes deseos de realizarlas. Sentía curiosidad por besar a un chico y por experimentar. Concretamente me moría de ganas por hacer sexo oral. Pero, debido a mi juventud y mi inexperiencia, tenía miedo por lo que pudiera ocurrir y nunca me atrevía a dar el paso.
Al no satisfacer mis deseos me veía frustrada, esperando alguna oportunidad. Me aliviaba yo sola, imaginando cómo sería. A veces pienso que mis fantasías me impulsaron tanto que por ellas llegué a tener ciertas relaciones sexuales y por eso he llegado a ser tan liberal. Pero pensándolo fríamente creo que aunque el morbo por hacer algo te lleve a hacerlo, aunque luego no disfrutes como imaginabas, realmente lo haces porque te gusta y lo disfrutas, y porque aún sin creerlo, es lo que nos pide el cuerpo y en definitiva, lo que somos.
Han habido experiencias agradables y desagradables como con todo, pero hoy por hoy no cambio ninguna porque todas ellas me han ayudado a realizarme como persona, y ahora soy lo que soy gracias a ellas. Reprimirse no es bueno para nadie y tarde o temprano lo que llevas dentro lo tienes que sacar… siempre pensando con la cabeza y no con el deseo, porque puede que el morbo te haga pasar malos ratos o incluso arruinarte la vida. Comento esto porque personalmente siempre he tenido miedo a lo que se pudiera contraer, pero una vez estuve informada, cambie el miedo por seguridad y me lancé… Pero eso ya lo leeréis más adelante.