Saltar al contenido
Login | Registro | Ayuda |

Nuevos amantes (Una relación de 2 años – Parte 4)

Nuevos amantes

La relación con mi pareja se volvió turbia. Me sentía culpable por mis cuernos, pero a la vez sentía que tenía que hacerlo, porque era muy joven y tenía muchas ganas de probar y experimentar. Sin embargo, con el chico que tanto me quería me veía cohibida a la hora de abrir mi sexualidad, para que no pensase mal de mí y me desataba con mis nuevos amantes.

El chico del cupé rojo seguía insistiendo en llamarme. Cuando estaba mi novio le decía que era el pesado al que le jodió el coche, y como se imaginaba que yo tenía algo que ver, me estaba acosando y mareando. Más de una vez le llamó para insultarlo, y éste, ya que sabía la historia, le seguía la corriente devolviéndole los insultos.

Por otra parte, el hombre de 43 años había dejado de aparecer en mi vida. Antes, siempre nos veíamos cuando yo le llamaba, ya que le dejé claro que no quería que nadie se enterase de que estaba liada con él y si llamaba cuando estuviera con gente, podrían sospechar. Había dejado de tener esos morbosos encuentros para mantener la fidelidad, pero a raíz de la experiencia de la supuesta venganza, me sentí liberada y lo llamé un par de veces. Me llevó a su casa y, como siempre, follamos salvajemente y me invitó a una pizza para cenar. Éstos encuentros fueron mas fogosos de lo normal, tal vez porque nos habíamos echado de menos. Una vez nos calentamos, lo eché sobre la cama y empecé a mamársela con ansia, como si llevara siglos sin hacerlo. Pero ya no era hacer sexo oral, era volver a tener para mí una polla pequeña, que podía metérmela en la boca hasta los huevos, sin preocuparme de que alcanzara la campanilla. Aunque en la penetración me provocaba menos placer, el gozo de la mamada me hacía añorar y desear el sexo con mi hombre. Además, su gran experiencia siempre me hacía disfrutar de una forma diferente, llegando hasta nuevos límites insospechados.

Alguna vez mi pareja me llamaba para preguntarme donde estaba, mientras me encontraba con los amantes, pero nunca sospechó porque no le cogía el teléfono con la excusa de haberlo dejado olvidado en el bolso, en silencio.

Nuevos amantes

Pero después de todo eso, decidí soltarme algo con mi pareja. Me propuso hacerme fotos desnuda y mientras follábamos, a lo que le dije que sí. Un día, estando en mi casa a solas, sacó una cámara de fotos y me hizo así como 100 fotos. Las primeras eran vestida mostrando escote y poco a poco me fui desnudándome, enseñándolo todo y mamándosela. Pero las que tratamos de hacer follando no quedaron bien porque no había ángulo para sacar en la imagen como me follaba y nuestros rostros llenos de gozo.

Lo único que no me atreví a hacer, porque me da mucho asco y ningún morbo, era que le pusiera el condón con la boca y luego, una vez se corriera dentro, chupar el condón y el semen de dentro. Pero lo comento porque me lo pidió varias veces, y una vez llegué a intentarlo pero el sabor del plástico me dio tanto asco que no quise ni probar los condones de sabores. A eso le tengo hasta repelús.

Las fotos se las guardo él, claro, pero yo disimuladamente me grabé una copia. Entonces, estando en mi casa a solas, me metía en el chat y me agregaba desconocidos al Messenger que tenía para contactos del chat, con el morbo de pasarles mis fotos. Me excitaba pensar que se pajearían a mi salud. Incluso me ponía la cam para que comprobaran que era yo, pero no me atrevía a hacer nada. En algunas ocasiones dejaba ver un gran escote. Pero claro, estando en mi casa, si me desnudaba, mis padres podrían entrar y no quería que me pillaran haciendo nada. Además, para hacer cibersexo, siempre me ha costado.

Nuevos amantes

Algunos de esos chicos que babeaban por mí, me insistieron para quedar. Después de hacerme rogar, una y mil veces, quedé al fin con tres, por separado claro. Los que más interesantes me parecieron. Pero les dejé claro que a la penetración no quería llegar. Para eso necesitaba tener más confianza, como con las tres personas que por entonces lo hacía. Otro de los requisitos que exigí para quedar, era que tuvieran coche. De esta manera me aseguraba que quedando en las afueras de la ciudad, nadie me veía y podíamos ir a un descampado retirado. Nos liábamos, nos desnudábamos y se las mamaba. Me encantaba mamarla. Aunque, al no conocerlos me daba miedo que me pegaran alguna enfermedad, y acababa escupiendo siempre las corridas. Y, como cada uno la tenía diferente, con cada uno era una experiencia diferente. Además, volví a sentir el morbo especial por hacerlo con desconocidos. Por eso, en ese tiempo, quedé con estos tres chicos una vez, y no volví a quedar. Pero no fueron seguidos. Entre uno y otro pasó un tiempo, el justo hasta que mi cuerpo me pedía ese tipo de experiencias. Si hubiera querido quedar con más, tendría aun más nuevos amantes, porque los tenía en el Messenger esperando.

Pero poco después llegó una infidelidad descontrolada en la relación.

Anterior | Secretos íntimos | Siguiente

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comentarios (4)

Wow Felicidades Maria. Quien fuera tu esposo para compartirte y verge gozar con otros y otras. Suerte

Responder

no sabes como te chuparia la conchita y q me acabes todobsitos♥

Responder

¿Sabes que aunque no se corran en tu boca te pueden contagiar un montón de ETS sólo por mamarla?

Responder

Sí lo sé que con el líquido preseminar y con los restos de semen se puede pegar cualquier enfermedad, pero por eso yo cuando se lo hago a un desconocido trato de no tragarme nada. En otro lado me han dicho algo parecido, pero qué voy a hacer? Yo llevo mucho cuidado pero cuando surge, surge.

Responder