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Secreto 23 de Irene

Secreto 23 de Irene

Seguí discutiendo con mi mejor amiga. Ella trataba de hacerme entender que tenía que cambiar para ser una persona de provecho, pero yo seguía a lo mío, cegada por sentimientos oscuro que me arrastraban a la soledad…

Amiga: Dices que tienes nervios y que no los puedes controlar pero todo está en la cabeza y si te esfuerzas puedes superarlo pero ni eso haces y ahora que empezaba a ser feliz contigo y con mi novio lo acabas jodiendo todo. Eres muy buena pero a la vez tonta y cuando se te cruzan los cables no piensas lo que haces y claro seguro que ahora ni me estas escuchando

Yo: Lo estoy haciendo y tienes razón.

Amiga: Sí, tú siempre me das la razón y luego nada. Si te hubieran dado las hostias que a mí me han dado te hubieras espabilado pero bien.

Yo: Perdóname.

Amiga: Ahora, después de gastar saliva y calentarme la cabeza.

Yo: Bueno lo vas a ver tú.

Azucena: ¿Sí? Cuando, cuando me muera porque ha este paso.

Yo: Poco a poco.

Amiga: A ver si es verdad, porque a tus padres los estás matando pero a mi me falta poco.

Yo: No exageres.

Amiga: No exageres dice, si te vieras a ti misma por un agujero llegarías a odiarte.

Yo: Yo soy fea.

Amiga: ¿Y eso que tiene que ver ahora? Dios mío, no eres fea el problema es que no te sabes arreglar y quieren ser alguien que no eres, espero que te lo hayas aprendido de memoria todo. Vámonos, no quiero que lleves cara de amargada. Aprende a sonreír aunque quieras llorar. Yo lo hago y me va de maravilla.

Yo: Con la muñeca podía serlo la chica que tanto soñé ser, delgada y que todos los tíos vayan detrás de mí, ser una más.

Amiga: Pero la muñeca es un comodín, no vas a estar toda a vida jugando e intentando ser alguien que no eres. Abre los ojos, nadie se acerca a ti porque te tienen miedo. Siempre que te acercas a alguien lo estropeas todo.

Yo: Siempre he llevado trenza, siempre he sido gorda.

Amiga: ¿Y qué? Yo parezco un tío y hay alguien que se ha fijado en mí y me ha aceptado como soy y por el camino piensa en lo que te he dicho.

De nuevo tenía razón, la obsesión era demasiado grande y yo estaba demasiado ciega para darme cuenta pero sus palabras no se me quedaban guardadas entraban y salían de paso.

Dimos una vuelta y luego con su novio; intentaba reírme pero la tristeza podía conmigo; tenía un reto el cual era ganarme el respeto de la gente, pero iba a ser muy difícil porque mucha gente me odiaba. Y yo siquiera lo intentaba…

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