Seguí discutiendo con mi mejor amiga. Ella trataba de hacerme entender que tenía que cambiar para ser una persona de provecho, pero yo seguía a lo mío, cegada por sentimientos oscuro que me arrastraban a la soledad…
Amiga: Dices que tienes nervios y que no los puedes controlar pero todo está en la cabeza y si te esfuerzas puedes superarlo pero ni eso haces y ahora que empezaba a ser feliz contigo y con mi novio lo acabas jodiendo todo. Eres muy buena pero a la vez tonta y cuando se te cruzan los cables no piensas lo que haces y claro seguro que ahora ni me estas escuchando
Yo: Lo estoy haciendo y tienes razón.
Amiga: Sí, tú siempre me das la razón y luego nada. Si te hubieran dado las hostias que a mí me han dado te hubieras espabilado pero bien.
Yo: Perdóname.
Amiga: Ahora, después de gastar saliva y calentarme la cabeza.
Yo: Bueno lo vas a ver tú.
Azucena: ¿Sí? Cuando, cuando me muera porque ha este paso.
Yo: Poco a poco.
Amiga: A ver si es verdad, porque a tus padres los estás matando pero a mi me falta poco.
Yo: No exageres.
Amiga: No exageres dice, si te vieras a ti misma por un agujero llegarías a odiarte.
Yo: Yo soy fea.
Amiga: ¿Y eso que tiene que ver ahora? Dios mío, no eres fea el problema es que no te sabes arreglar y quieren ser alguien que no eres, espero que te lo hayas aprendido de memoria todo. Vámonos, no quiero que lleves cara de amargada. Aprende a sonreír aunque quieras llorar. Yo lo hago y me va de maravilla.
Yo: Con la muñeca podía serlo la chica que tanto soñé ser, delgada y que todos los tíos vayan detrás de mí, ser una más.
Amiga: Pero la muñeca es un comodín, no vas a estar toda a vida jugando e intentando ser alguien que no eres. Abre los ojos, nadie se acerca a ti porque te tienen miedo. Siempre que te acercas a alguien lo estropeas todo.
Yo: Siempre he llevado trenza, siempre he sido gorda.
Amiga: ¿Y qué? Yo parezco un tío y hay alguien que se ha fijado en mí y me ha aceptado como soy y por el camino piensa en lo que te he dicho.
De nuevo tenía razón, la obsesión era demasiado grande y yo estaba demasiado ciega para darme cuenta pero sus palabras no se me quedaban guardadas entraban y salían de paso.
Dimos una vuelta y luego con su novio; intentaba reírme pero la tristeza podía conmigo; tenía un reto el cual era ganarme el respeto de la gente, pero iba a ser muy difícil porque mucha gente me odiaba. Y yo siquiera lo intentaba…