Nos bajamos y casi nos caemos por las escaleras de lo deprisa que íbamos. Abrimos la puerta y lo vimos; aunque fuera un crió a mí me gustaba. Lo veía tan tierno, tan inocente… ante mí. Y yo todavía no había estado con un chico de verdad.
Prima: Eh chico, te presento a mi prima y a su amiga.
Chico: Eh, ¿qué hay?
Nos presentamos, tanto mi amiga como yo. Estaba deseando saber si yo le gustaba.
Chico: ¿Qué edad tenéis?
Yo: Yo 16 y mi amiga 15.
Chico: Muy mayores.
Yo: ¡Que va! La edad no importa.
Chico: ¿Para qué no importa?
Yo: Eh…
Amiga: No le hagas caso esta zumbada.
Chico: Ya veo.
Nuestras miradas se cruzaban y yo sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. Entonces se le acercó un amigo.
Amigo del chico: Eh máquina.
Chico: Hola.
Amigo del chico: ¿Sois nuevas?
Chico: Su abuela vive en el mismo bloque que yo.
Yo: ¿Enserio?
Chico: Sí, pero no te emociones.
Yo: Disculparnos ahora venimos.
Chico: no tardéis.
Yo: No si solo vamos a la esquina, tía es él: ¡Cameron!
Amiga: ¿Tú estás ciega? Cameron está mas bueno que ese.
Yo: En la forma de hablar.
Amiga: claro por que Cameron se ha metido dentro de su cuerpo y lo ha dominado.
Yo: ¿Enserio? ¡Dios como mola!
Amiga: Cada día tiene mas pájaros… en fin.
Yo: ¿Cómo has dicho?
Amiga: no he dicho nada.
Yo: Vamos con ellos, esto va a ser emocionante.
Nos subimos a comer y le prometimos que luego íbamos a bajar. Durante la comida mi mente estaba pensando en él.