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Sexo en la carretera

Sexo en la carretera

Al llegar al coche abrí como buen caballero la puerta trasera a mi mujer y entró. Yo me monté de nuevo en mi lugar de antes. Daniel seguía sin percatarse de nada. Emprendimos de nuevo el camino… para tener más sexo en la carretera.

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De vez en cuando yo miraba hacia mi mujer y ella se había acomodado de nuevo pero esta vez era evidente que ella misma se subió mas la parte de la falda y casi se le veían los pelos del chichi. Me quedé mirando y ella con la cabeza me señaló hacia Daniel con una sonrisa muy descarada. En ese momento no supe que pensar, pero no tardé en averiguar que es lo que quería exactamente. Le dije a Daniel lo siguiente:

Yo: “Daniel, mira por el retrovisor y dime si no notas nada distinto a Carmen.

Daniel: “Pues ahora que lo dices sí (dijo tras mirar por el espejo), se ha quitado el sujetador, tiene los pezones duros seguramente por el aire acondicionado y además creo que no lleva bragas, eso quiere decir que mejor paramos y te pasas al asiento trasero para que entre en calor y la pobre no se resfríe.” (y soltó una nerviosa carcajada)

Carmen: “De eso nada, lo haremos de otra forma, será mi marido quien ocupe tu lugar al volante y tú vendrás aquí conmigo. Lástima que no tengamos una gorra de plato para convertirlo en nuestro chofer particular.”

Daniel: “Tú que piensas (dirigiéndose a mi), ¿te parece bien? Pero eso sí, no me hago responsable de lo que pase detrás.”

Yo: “Está bien, pero después me toca a mí.”

Carmen: “Bueno, bueno, pero que os creéis que aquí se hace lo que ustedes queráis? Será lo que diga yo, cuando lo diga yo. De momento tú (dirigiéndose a mi) ocupa el lugar de Daniel y procura cuidar de su coche y de nosotros.”

Eso me hizo pensar que tenía razón y que había que tener en cuenta que íbamos en un coche, me callé y ella prosiguió:

Carmen: “Bueno, ¿vienes o no Daniel? Si no quieres, le diré a mi marido que sea el quien venga hasta aquí. Seguro que no se lo pensara tanto como tú. Además mi marido es muy buen conductor no te preocupes por tu coche que está en buenas manos.”

Daniel en ese momento ya no dijo nada más. Se apartó en la misma autovía hacia la derecha, puso las luces de emergencia y tras mirar por el espejo se bajó y se montó junto a Carmen. Yo ni siquiera salí del coche, me pasé a su asiento, ajusté el espejo y el propio asiento ya que soy mas bajo que él y comencé la marcha de nuevo. La verdad es que los primeros minutos no pasó nada, pero aun quedaban 100 kilómetros hasta Málaga capital así que me lo tomé con calma. No pasaba de 90/100, ¿para qué? Cuanto mas tardara mejor para mí o mejor dicho para ellos. Acto seguido Daniel exclamó dirigiéndose a mí, “tranquilo tu tendrás tu recompensa, mientras tanto conduce para nosotros” y acto seguido (esto lo vi por el retrovisor) cogió a mi mujer con una mano por la barbilla con dulzura y comenzó a comerle la boca.

Quité la radio que estaba puesta para que nada me impidiese escuchar lo que estaba pasando detrás. Yo miraba mucho hacia atrás pero brevemente, así que todo, todo no lo veía como podéis imaginaros. Además había muy pocas zonas muertas ya que se trataba de un todoterreno. Intenté centrarme en el volante aunque era difícil. Para que mentir, poco tardó Daniel en sacarse las bermudas que llevaba puestas y sin dudarlo sacó los pechos de la blusa a Carmen.

En ese momento, un pequeño bache hizo botar las tetas de mi mujer. Se rieron y él dijo: “tranquila, estas no botan mas por un rato” y empezó a sobarlas y chuparlas. De vez en cuando sonaba el ruidito típico de sorber. Ella no tardó en ponerse a gemir. Como ya comenté, mi mujer es capaz de casi correrse sólo comiéndole las tetas. Eso duró mas o menos 3 o 4 minutos. Escuché ruido de movimiento y vi como Daniel se sentaba correctamente mientras ella se inclinaba hacia su entrepierna. Para cuando miré la siguiente vez ya le había sacado la polla de los boxes y la teníaa a punto de metérsela en la boca. Las tetas de Carmen colgaban hacia abajo y se movían libremente.

Yo increíblemente no estaba muy duro viendo esa situación. Sería por la responsabilidad de estar al volante o por que apenas veía nada por estar mas pendiente de la carretera que casi de ellos. También podía ser por que el morbo ni de lejos era el del otro día. Era como mas consciente de que ya no era un sueño sino que era verdad y que la ilusión desde luego ya era no menor o de otra manera. Cuando miré de nuevo la polla de Daniel ya estaba dura, dura de verdad y ella hacía grandes esfuerzos para meterla en su boca. Es seguramente por eso que en otra mirada ella ya no se la chupaba, ahora lo que hacía era comerle los huevos. El había estirado su mano y aunque por la postura yo no la veía, sí era evidente que la tenía en la raja de Carmen.

No tardaron en cambiar la postura. Ella se montó sobre él y casi de una vez se la clavó. Soltó un “Mmmmmm” profundo seguido de un «muévete cabrón». Daniel la cogió de las nalgas, se las abrió hasta el punto que yo por espejo veía claramente el ano abierto de Carmen y comenzó a mover la cintura de forma casi violenta. Veía los huevos de el tapándole el ano en cada embestida. Miré hacia la carretera y ahora sí que estaba claramente empalmado. Así que leí un cartel que ponía área de servicio a 1000 metros, ni me lo pensé. Puse el intermitente, me daba igual que hubiera gente o no. Yo tomé la salida y por suerte era un área donde paraban los camiones, así que era bastante grande. Me dirgí al final del todo. Estaba toda vacía a esa hora, en pleno verano, no había casi nadie. Al final había como un tejadillo y allí aparqué sin parar el motor para que el aire acondicionado siguiera funcionando.

Fue entonces cuando se dieron cuenta que había parado ,pararon por un momento Carmen miro a su alrededor y preguntó:

Carmen: “¿Por qué paras?”

Yo: “No puedo más.”

Carmen: “De acuerdo, pero no vengas a esta parte, quédate donde estas aun no te toca.”

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