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Sexo en lugares públicos y petting

Sexo en lugares públicos y petting

Estaba acabando el verano y ya tanto Mario como yo estábamos en Madrid. Por lo que aprovechábamos cada minuto para estar juntos con sexo en lugares públicos y petting. Este es el capítulo 8 de Ester en la intimidad.

Hacía buenos días y se agradecía estar lo máximo posible en la calle antes de empezar el curso. Además iba a ser difícil puesto que ya empezábamos bachillerato, lo que significaba estudiar más.

Había muchas novedades que contarnos y muchas cosas que queríamos hacer. Pero antes de ponernos al día lo primero que hicimos fue meternos en mi habitación y lo hicimos como si no hubiera un mañana. Los dos lo echábamos de menos. Estábamos deseosos de volver a hacerlo, de volver a sentirnos así de juntos. Estuvimos un buen rato tumbados, abrazados desnudos sobre la cama. Callados. De momento no teníamos nada qué decir, sólo aprovechar el momento.

Una vez duchados y listos para ponernos al día nos fuimos a la calle a tomar algo. Teníamos muchas cosas que contarnos, había infinidad de novedades. Además en un momento del verano ambos “nos pusimos tarea”. Antes de acabar el curso pensamos en hacerlo en un lugar público, un sitio que tuviera ese toque de prohibido y en el que existiera la posibilidad de que nos pudieran pillar. En ese momento no estaba preparada, pero ahora casi que quería hacer cosas diferentes, cosas que me subieran la adrenalina.

Tanto Mario como yo habíamos pensado en varios sitios. Un buen sitio que se nos ocurrió fue los baños de los cines. Mientras estaba la película aprovechar para hacerlo allí. Aunque un ascensor también nos gustaba bastante. Pensamos que a priori podrían ser buenos sitios para empezar a ser un poco malos.

Cómo esa noche habíamos quedado con unos amigos para ir al cine, fue el lugar ideal para empezar. No perdimos mucho tiempo. Al principio, actuamos como si nada. Una pareja más. Pero cuando íbamos a entrar a la sala nos hicimos los remolones con la excusa de que teníamos que orinar antes de que empezara la película.

Fue más fácil de lo que pensaba en un primer momento. Y fue todo un subidón. El baño era pequeño, pero no nos importó. Lo hicimos y nos quedamos genial. Incluso entró un chico en el baño, lo que el subidón fue mayor. Eso sí, ni se percató. Fue tal el gusto que nos dio que quisimos repetir otro día. No solo en los baños del cine, sino en los aseos de cualquier otro lugar público que se nos ocurriese.

Al día siguiente, nos pusimos al día. Hablamos largo y tendido en el parque y pensamos que tampoco sería una idea descabellada hacerlo en el parque una vez anocheciese. Nos había salido tan bien lo del cine que ya cualquier sitio nos valía para hacerlo. Pero no sólo estuvimos hablando de posibles lugares morbosos, sino de nuestros más ardientes deseos sexuales. Que tampoco se alejaban mucho de hacerlo en lugares públicos cómo me pude dar cuenta en ese momento.

Sexo en lugares públicos y petting

Lo primero que se nos ocurrió fue hacer un estriptis cada uno en una casa con bailes sugerentes. Pero la lista no era corta precisamente. También pensamos que un día podríamos usar nata o chocolate. Untarlo por ciertas partes de nuestro cuerpo que nos dieran más placer. Otro deseo que teníamos en ambas listas fue que estuviera con el picardías, con el que aparte del estriptis pertinente también podría hacer bailes sexuales como preliminares.

Pero lo primero que probamos fue hacer sexo sin penetración, lo que se conoce como petting. Mario pensó que podría ser divertido, que podría estimular nuestro placer sexual y que incluso nuestra imaginación. Además, no era necesario quitarlos la ropa si no queríamos, por lo que lo podíamos hacer en cualquier sitio. Cómo estábamos solos en casa, empezamos a quitar la ropa el uno al otro. Acariciando la piel con mucha suavidad. Tampoco fue difícil, porque al tener la ropa de verano era facilísimo rozar la piel con delicadeza.

Una vez en la cama, nos acariciamos por todas las partes del cuerpo habidas y por haber. Nos dejamos llevar, que la situación nos dijese que necesitábamos en ese momento. Aguantamos bastante hasta que Mario terminó. Fue una experiencia que nos gustó también bastante y que podíamos hacer en cualquier momento.

No queríamos que ese día acabase, habíamos tenido un día estupendo. Habíamos disfrutado de lo lindo. Había sido uno de los mejores días que habíamos pasado juntos. Lo único que no me atreví a contar a Mario es que Nacho me había regalado un consolador para saciar mis ganas de sexo durante el verano. No quería que los días de sexo en lugares públicos y petting acabaran. Para mí eran momentos tan especiales los que habíamos tenido…

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