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Sexo en Navidades

Sexo en Navidades

Después de la fiesta de cumpleaños de Daniel nos tocaba ponernos en serio con el curso. Pero aprovechamos para tener sexo en Navidades. Aunque estaba siendo más fácil de lo que creía en un primer momento no dejaba de ser un poco estresante dar lo máximo de mí en todos los aspectos. No quería perder ni un minuto con Mario, pero tampoco quería dejar de lado los estudios. Cada vez tenía claro que quería hacer arqueología y, aunque no tuviera mucha nota de corte, no quería arriesgarme a quedarme fuera. Por su parte Mario no tenía esa presión, quería hacer ingeniería informática, por lo que con aprobar le valía.

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Lo que me empezó a agobiar un poco es el hecho de que, al terminar el curso, cada uno íbamos a ir a una facultad diferente, íbamos a tener amigos diferentes, íbamos a tener vidas diferentes. Nacho me tranquilizó un poco en ese sentido, podría ser una oportunidad de lujo para probar cosas nuevas.

Durante lo que quedaba de trimestre nos pasó cómo al principio de curso, no quedábamos tanto como antes, al estar centrados en los exámenes, lo que nos permitió, cada vez que nos veíamos a estar más “ñoños”. Nos podíamos tirar todo el rato que estábamos juntos, abrazados en la cama, sin hablar, sin hacer nada, pero sintiendo que estábamos ahí, juntos y terminando con un polvo que poco tenía que envidiar con las mejores posturas que habíamos tenido.

Al llegar las vacaciones de Navidad pudimos quedar todo el tiempo que quisiéramos. En cierto modo, tanto Mario como yo queríamos seguir con la lista de deseos que realizamos en verano y que tanto nos motivó. Muchas de las posturas ya las habíamos hecho, pero las probamos de nuevo. Al estar casi sin quedar durante tres meses muchas de ellas las cogimos con más ganas que la primera vez.

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Al no estar en las comidas familiares de cada uno, aprovechamos para pensar en nuevas posturas y lugares para hacerlo. Se nos ocurrieron miles de sitios. Los cines estaban ya muy vistos pero un día en un musical nos logramos meter en el backstage. Fue divertido estar por allí. Pasamos desapercibidos entre tanta gente, nadie se dio cuenta de que un par de muchachos se había colado.
Fue tal la emoción que nos costó elegir sitio para hacerlo. Entramos en un camerino que parecía tranquilo y lo hicimos allí mismo. Fue tan rápido que nos dio tiempo a salir del camerino justo antes que entraran los cantantes a él. Fue otro subidón, puesto que no nos dimos cuenta, debido a que tardamos en elegir sitio donde entrar, que ya había llegado el tiempo del descanso.

Aprovechamos ese momento para ver cómo era la vida detrás de los escenarios. Disfrutamos un montón del ambiente. Nunca habíamos estado tan cerca de los actores y de saber qué hacían cuando no estaban en escena. Fue tan divertido que cogimos ideas para futuras “actuaciones sexuales”; vestimenta, gestos, peinados,… todo valía en nuestra imaginación.

Una vez empezó otra vez el musical, nos miramos con cara pilla y fuimos a otro sitio que habíamos descubierto para volver a hacerlo. En esta ocasión duramos más, sabíamos que era muy difícil que alguien nos viera. En cuanto terminamos nos fuimos por donde habíamos venido, y aunque se nos pasó por la cabeza volver a los asientos preferimos ir a cenar directamente, total ya nos habíamos perdido casi toda la actuación.

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El musical nos proporcionó gran cantidad de ideas que quisimos poner en prácticas antes de que tuviéramos que volver a clase. Y así se hizo. Muchas se realizaron, al menos las posturas. Pero el colofón fue en la cabalgata de Reyes. Yo salía como paje del rey Gaspar por lo que le disfraz ya le tenía. Así que no se nos ocurrió otra idea que Mario se disfrazase de rey, aunque no fuera ninguno de los magos, y antes de la cabalgata lo hicimos con los respectivos disfraces en el propio local en el que teníamos las cosas. Fuimos antes de comer, con la excusa de ir preparando ciertas cosas para la tarde y antes de que llegaran los demás nos vestimos y lo hicimos. Fue un momento muy divertido puesto que hicimos nuestro propio show al igual que vimos hacerlo días antes den el musical.

Durante la cabalgata no me podía quitar de la cabeza el pequeño teatro que habíamos hecho antes de comer. Y entre una risita malvada sólo quería que la cabalgata terminase para intentarlo de nuevo. Ya había quedado con Mario en un bar para coger fuerzas después de todo el día liado, y con la ayuda de Nacho y sus amigos, volvimos a ir al local y quedarnos rezagados para hacerlo en la propia carroza, eso sí esta vez sin disfraces.

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