Estando en casa pensé en todo lo que me había ocurrido y llegué a varias conclusiones. La primera, y más evidente, era que me gusta el sexo, y mucho. Otra cosa que pensé es que podía contar con mi amiga Ester, para lo que quisiera. Y por último que quedar con chicos del chat era mejor que con chicos del instituto.
Durante los siguientes días estaba como en una nube, como si me hubiera enamorado. Lo que habíamos hecho me había encantado, pero no tenía intención de repetir con Andrés. Lo que quería era experimentar por mí misma, sin la aprobación de mi amiga. Y por ello me metí en el Terra, a la sala de Almería, y empecé a conocer chicos. Como siempre la mayoría de ellos quería hablar de sexo y que les pasara el Skype para verme, pero yo no tengo. Lo que sí tengo es correo electrónico, Badoo y Kik para mis ligues. Y bueno, tuve que hablar con más de 50 chicos, para dar con los simpáticos que no les importara contactar por uno de esos medios. La mayoría pensaba que en caso de quedar los dejaría tirados, por no darles mi número. Aunque yo tampoco estaba convencida del todo, porque quería que el chico me convenciera y ninguno lo hacía.
Me salió uno que tenía unos 50 años y que era amo. Me dijo que pasaba por mi pueblo de camino en el trabajo y que quería verme. Pero quería que fuera sin braguitas y que cuando llegara me subiera al coche y me dejara manosear. Tenía que comprobar que no las llevaba para asegurarse de que era obediente. Esto sería una por la tarde y, ya por la noche, vendría y quería follarme a pelo en un ascensor. Debo reconocer que la idea me daba cierto morbo, pero no me sentí del todo cómoda para quedar con este extraño y, aunque le daba bola, acabé decidiendo que no quedaría con él.
También me salió otro muchacho que quería que fuera yo a Almería, porque no tenía coche. Parecía majo, pero yo le dije que si quería algo conmigo tenía que venir él. Así que nada.
Además estaban los que querían verme las tetas antes de quedar. Yo les dije que eso sería en persona, si a caso. Pero ellos me exigían verme y acabé borrándolos. Normalmente mando una foto mía normal, vestida, sexy si a caso. Pero nada de enseñar mi cuerpo desnudo. Eso sería para los salidos y yo no quería un salido.
Finalmente encontré un chico que se llamaba Víctor, tenía unos 27 años y era muy agradable. Me pasó fotos por el email y estaba realmente bueno. Estuvimos hablando durante muchas horas diarias. Hablábamos todo el rato por el Badoo. No ponía pegas a los métodos que le decía de hablar. Trataba de adaptarse a cada uno de ellos. Incluso llegó a descargarse el Kik para poder hablarme desde su móvil. Me contó que había tenido varias experiencias sexuales con chicas y me lo fue contando todo, con detalles. Yo era más reservada con mis intimidades, pero poco a poco fui apartando mi coraza de precaución hasta acabar revelándole mis más íntimos secretos. Cada cosa que le contaba de mí más le gustaba. Fue un flechazo por las dos partes. Nos estábamos enamorando el uno del otro, por nuestro físico y por nuestra forma de ser.
Un día, estuvimos hablando por el chat del correo electrónico. Como tenía la opción de poner la cam quise hacerlo. Víctor no tenía cámara, pero no me importó ponerla a mí. Además, como estaba tan vinculada a él y estaba sola en casa, quise enseñarle mis tetas. Me quité la blusa y agarré mis tetas, frente a la cam. Él me seguía hablando de sus cosas. No era un salido. Yo le dije que parara un momento y que me mirara, porque le estaba enseñando mis tetas. Le encantaron. Me dijo que eran como pelotitas de tenis, pequeñitas pero duritas y redonditas, como a él le gustan. Entonces le insistí en quedar, en que tenía que venir a mi pueblo a verme. No tenía coche, pero le insistí en que se las ingeniara para venir, que yo se lo agradecería. Entonces me confesó que no era el chico de las fotos que me había mandado… ¿Habíamos tenido un flechazo mutuo y no era él? Continuará.
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