El verano de ese año fui con mi familia a un apartamento en la playa, en Almería. Un mes entero para disfrutar del sol y del mar. Allí no tenía Internet, pero quedé con un chico del chat antes de viajar. Vendría unos días de vacaciones a conocerme… Fue un ligue de verano.
El muchacho en cuestión era uno de los muchos que había conocido en el chat de Terra, me había dado buena impresión y había mantenido conversaciones por Messenger, sólo que con éste llevaba más de un año hablando por carta y teníamos muchas ganas de vernos frente a frente. Nos habíamos encariñado el uno con el otro, y sabíamos que en cuanto nos quedásemos a solas nos comeríamos a besos.
Un fabuloso día sin nubes llegó con el autobús. Lo esperaba con un par de amigas que había hecho ese verano. Miré a través del cristal sin verlo. El corazón me dio un vuelco. Empezaron a bajar viajeros y no bajaba él. ¿Era posible que me hubiera engañado? Pero no. Después de bajar todos, pasaron unos segundos, y bajó él, cargado de bultos. Le acompañamos a su hostal y me pidió que le ayudase a desempaquetar su maleta. Era una excusa para estar a solas, pero accedí entusiasmada. Una vez cerramos la puerta de la habitación se acercó a mí diciendo: «He esperado este momento toda mi vida.» Tal vez fuera una exageración pero con ese comentario me sentí halagada. Hizo que le correspondiera al beso. Y entonces pasó algo maravilloso: los besos que me daba me llenaban. A decir verdad el muchacho me gustaba pero no me hacía tilín, pero sus besos sí. Estuvimos más de media hora sólo besándonos. Cuando bajamos empezaron mis amigas a recriminar que hubiésemos tardado tanto, pero cuando vieron mi sonrisa de oreja a oreja lo entendieron.
Estuvimos quedando para ir a la playa. Nos colocábamos escondidos en las rocas ytodo el rato besándonos. Parecía una droga. Dale y dale a los besos. Con lengua, sin lengua, con un chicle, mordiéndonos los labios… de todo. Y sus manos me acariciaban por encima de la ropa, de forma que me pareció atrevido sin llegar a ser grosero. Creo que aprendía a liarme bien gracias a él. Antes ya sabía claro, pero después de tener sesiones de horas enteras de besos, una descubre trucos nuevos.
Mis amigas se hartaron de nosotros. Como nos tirábamos todo el día al lío y pasábamos de ellos, empezaron a molestar. Realmente no eran buenas amigas, pero me gustaba tenerlas para no estar en el apartamento aburrida. Cuando empezaron a meterse con el chico que seguía anclado a mis labios, yo ni pío. Y poco a poco centraron sus comentarios despectivos hacia él. A todo esto nosotros seguimos a lo nuestro sin inmutarnos. Incluso cuando nos quedábamos a solas, porque ellas se iban a bañar, la cosa se calentaba. Empezó a meterme mano con más intensidad y, como estaba cachondo perdido, se sacó la polla del bañador, me la empezó a restregar por la pierna. A mí me daba gusto notar el bulto caliente, húmedo. Deseaba acariciarlo y tocarlo… pero ¡puf! Llegó una de mis amigas de verano y le pillo de pleno con la polla fuera. Se le quedó mirando unos segundos como bloqueada. ¡Que vergüenza! Pero segundos después se la guardó y ella hizo como si no se hubiera dado cuenta de nada.
La cosa fue a más y el chico no me paraba de repetir que fuera con él a su habitación. La experiencia era muy gratificante y realmente lo deseaba, pero me daba miedo que quisiera llegar más lejos de lo que yo estaba dispuesta a llegar, lo de siempre. Pero estábamos en un punto donde no podíamos hacer mucho más en la calle. Finalmente una de mis «amigas» nos propuso de ir a su casa, que estaba vacía. Organizamos una merienda y al terminar, nos permitieron entrar en la habitación de cama de matrimonio. Pues nada, fuimos allí, nos tumbamos en la cama y empezamos a liarnos. Como no, cada cinco minutos aproximadamente entraba alguna de mis amigas, con alguna excusa para interrumpirnos. Parecía que no íbamos a poder hacer nada, pero el chico insistió y accedí. Nos colocamos de lado, uno frente a otro, por si entraban de nuevo, para que no se viera nada. Poniendo un cojín encima de nosotros se la sacó. Entonces me dijo: «Toca.» Yo cortadísima. Tenía muchas ganas de hacerlo, pero mi mano no obedecía a mi mente. Era la primera vez que iba a tocar una polla y… vamos, no podía. Al final el chico me cogió la mano y la colocó en sus partes. Ufff que vergüenza sentía. Con mis amigas entrando y saliendo, yo que como tímida que soy todo eso me cuesta un mundo y todo lo que sentía… Tuve que mirar a otro lado mientras dejaba que hiciera lo que quisiera con mi mano. Pero el chico no se cortaba, porque primero hizo que hurgara su zona íntima y después empezó a moverme la mano para pajearlo. Todo esto sin olvidar que seguíamos besándonos fervientemente.
Varias veces nos interrumpieron. Entraban y yo quitaba la mano, y él guardaba su miembro. Pero enseguida, al volver a estar a solas, volvía a la carga. Y yo me dejaba llegar. Consideraba que lo que estaba haciendo quería hacerlo y no era para nada peligroso porque si me quería forzar llamaría a mis amigas y contaría lo que estaba pasando, me daba corte, pero era una sensación fabulosa. Incluso tenía ganas de llegar a más, pero claro, en esa situación ya hacíamos demasiado.
Por fin nos dejaron unos diez minutos a solas. Intentó desnudarme, pero no lo consiguió. El masaje que me guiaba a darle fue cogiendo efecto y se corrió… en mi mano. Yo muerta de placer me quedé mirándole y me dijo: «Pruébalo.» «¡Ostia!» Pensé. Pero no dije que no. Estaba como bloqueada. Entonces me llevó mi mano a la boca y lo gusté. Me pareció un sabor algo desagradable, un ácido intenso, pero el morbo de estar haciendo eso no me hizo arrepentirme.
Después de eso salí a lavarme y ya nos juntamos con las amigas y no pasó nada más. Al día siguiente nos volvimos a juntar en la playa, y volvimos a liarnos como siempre. Pero él se cabreó con mis amigas, porque estaban mareando mucho, y finalmente se marchó disgustado sin despedirnos como merecíamos. Me echó en cara que no le defendiera de mis amigas y ya no volví a saber más de él. Pero me quedé contenta por haber tenido un ligue de verano.
Pasó algo de tiempo sin tener ninguna experiencia más. En ese tiempo conocí a una chica que me hizo descubrir algunas curiosidades. Puedes seguir leyendo mi amiga lesbiana.