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Vuelta al puterío 2

Vuelta al puterío 2

Quedaba con el hombre de 63 años todos los fines de semana. Siempre quedábamos en las afueras de mi ciudad y al principio nos íbamos directamente al descampado de costumbre. Una vez allí, después de hablar durante una media hora, me hacía sexo oral y yo me dejaba querer.

Tardé un tiempo en dar el paso para practicarle una felación. Cuando lo hice fue algo muy diferente. Su polla era pequeña y rara. Podía metérmela entera, pero al llegar al prepucio me daba bastante asco notarlo. Así que me decidí a poner la mano delante para no ver lo que hacía y chupar hasta los huevos sin deleitarme en el juego de pasar mi lengua por el contorno de la polla. Desde el primer momento me entró angustia porque el líquido preseminal me llenaba la boca y tenía que abrir la puerta del coche para escupir. Pero aguanté porque por estar mamándosela durante unos minutos me empezó a pagar 50 euros. Sin embargo, mientras le daba placer, tenía sensaciones contradictorias, porque también me daba mucho gusto notar su barriga redonda. La palpaba con la mano al mismo tiempo y, no sé por qué, me acabó gustando. Pensaba que era una guarra, que pocas harían lo que estaba haciendo yo y todo eso me causaba un placer especial. Por hacer lo que me gustaba podía ganar mucho dinero. Aunque no me quisiera dedicar a eso, siempre podía salir de un apuro.

Quedábamos muchas más veces. La tónica habitual era practicarnos sexo oral, primero él y después yo. Se corría en mis manos. Quedábamos por la noche, en el descampado, hasta que me propuso quedar para ir a un centro comercial, a la playa… Quería pasar conmigo unas horas, hablar, conocernos y después acabar en el coche, en algún lugar apartado. Le dije que me parecía bien y así lo hicimos. Me compró varias cosas y pasamos mañanas agradables.

Al quedar tantas veces y mantener tantas relaciones, dejó de importarme que gimiera tan sonoramente, incluso que eyaculara tanto. Me entraron ganas de probar su semen, porque si me gustaba me podría hinchar. Pero, a pesar de saber que no tenía ninguna enfermedad, no pude. Me daba cosa pensar en todo su esperma inundando mi boca y cara, y no lo hice.

Vuelta al puterío 2

Siempre halagaba poder estar con una chica jovencita como yo. Y, por sus gestos, me disfrutaba de verdad. Yo me sentía completamente deseada y valoraba la experiencia como muy positiva. Venía siempre a recogerme en su coche. Había momentos de mucho morbo donde disfrutaba mucho. Me volvía a casa con la cartera llena y a veces con algún regalo. En fin, salía ganando con todo esto. Pero sabía que no podía durar porque el hombre podría cansarse de mí o no querer gastarse más dinero.

Vuelta al puteríoCon el tiempo intentó besarme. Al principio me apartaba. Hasta que me ofreció pagarme 20 euros más si también hacía eso. Y acepté. Sus besos eran muy húmedos y bueno, también me dieron asco porque me dejaba las babas por los labios. Luego, cogió confianza y me empezó a besar por todo el cuerpo, incluido cuello y cara. Eran besos con la boca abierta, donde me pasaba la lengua. Siempre me daba cierto repelús, hasta que tocaba alguna zona sensible donde me empezaba a excitar y entonces me dejaba llevar. Empezaba a moverme movida por el deseo, arriba y abajo, con los ojos cerrados. Olvidándome con quien estaba y centrándome en el placer que me causaba. Y entonces era cuando sus gemidos eran aun mas sonoros y esa extraña sensación, de sentirme sucia, era cuando aparecía con más fuerza. Pensaba que él era un viejo verde, asqueroso para todas las tías y sin embargo yo estaba dándole gusto por unos míseros euros. Y volvía a casa, derecha a la ducha, pensando que me había sentido excitada por una persona así.

Vuelta al puterío 2Pero otras veces, mientras me besaba el cuello, veía que gemía y se esforzaba por aumentar mi excitación. Llegó una vez a meter mi oreja en su boca, y su lengua en mi oído. Y… bufff, eso sí me calentó de lo lindo. Y cuando sus dientes, con sensualidad, dieron un mordisquito a mi lóbulo, entonces grité como una puta y empecé a besarlo como loca, poseída por el deseo. Le besé con lengua, olvidándome de las babas que me solía dejar y bajé por su pecho a su barriga, donde se la lamí de arriba a bajo. Era blandita y redondita, muy excitante. A continuación seguí bajando hasta mamársela con todas mis ganas. Para terminar le fui lamiendo los huevos al tiempo que lo pajeaba y todo su semen cayó sobre mis tetas, a unos centímetros de mi cara. Ese día me pagó 100 euros y volví a mi casa contentísima. Estaba deseando tener otro encuentro.

Pero a la semana siguiente quedamos y no apareció. Lo llamé al móvil y salió una mujer enfadada porque preguntase por él y me colgó de mala manera. Imaginé que sería su esposa, pero no me importó. Sólo era un rollo y evidentemente no quería tener ninguna relación sentimental con él, pero parece ser que a él sí le importó porque desde entonces ya no me llamó y dejamos de quedar. Una lástima. Se habría dejado el móvil en su casa y al llamarlo lo había puesto en un compromiso. Ya habrán más experiencias y mejores… La siguiente experiencia que tuve fue una noche loca.

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