Entre mis antiguas amigas había una que tenía un amigo marroquí. Era muy grande y fuerte, y siempre me había llamado la atención, pero como estaba con mi amiga no quise ser mala y no le eché los trastos.
Recuerdo que mi amiga me dijo que cortaron y ya no supimos nada más de él. Pero hace poco lo vi por BadOo y estuvimos hablando. Me puso los dientes largos diciéndome que la tenía muy larga y lo llamaban «el bombero«. Quería echar un polvo conmigo y no sabía cómo. Yo me dejaba querer y… le daba largas. Pero cuando se enteró Julio de lo que pasaba, enseguida me dijo que quedara con él. Como lo conocíamos sabíamos que era de confianza. Así que le dije que éramos liberales y que si él quería podíamos quedar a solas… Me dijo que si quedábamos tenía que darme por detrás y a pelo. Normalmente digo que no, porque siempre lo hago con condón, pero coincidió que era de confianza, que me encanta por detrás y que por ahí no me puedo quedar preñada. Así que después de mucho pensarlo le dije que vale.
Quedamos un lunes por la mañana que es el único día que tenía libre en esas fechas y fuimos a un hotel no muy lejos de aquí. Al principio estábamos ambos cortados porque de estar acostumbrados a vernos con pareja, nos veíamos solos y podíamos desmelenarnos por primera vez. Una vez nos encontramos en la habitación empezamos a liarnos, primero suavemente, pero poco a poco sentimos excitación y nuestros besos se volvieron muy ardientes y apasionados. Me metió la mano por el pantalón y notó como mis braguitas estaban ya mojadas. Me quité los pantalones mientras le tocaba su miembro, que hacía un gran bulto sobre su bragueta. Gemí un segundo, para después lanzarme a su cuello, mientras le quitaba la camiseta, para sobarlo con los labios y poco a poco bajar hacia su pecho. Me encantaron sus fuertes pectorales. Entonces, sus manos levantaron mi blusa y dejaron al descubierto mis pechos con un sujetador negro transparente. Me lo bajó, para dejar las tetas al aire, y las agarró delicadamente, pero en una caricia cargada de sexualidad. Las apretó un poco, haciéndome sentir una oleada de calor. Me retorcí de placer, pero cuando vi su gran miembro escapar de su ropa interior… suspiré. Alargué la mano y la agarré. Su rostro se hundió en mis tetas y tuve que echarme hacia atrás, pero deseaba volver a agarrar su verga y notar su tamaño, su calor y su esencia. Lo aparté hacia atrás y me acerqué… Pero antes le quité los pantalones bruscamente, deseando que nada se interpusiera entre su polla y mi deseo. Entonces la volví a agarrar y sin pensarlo, me metí la punta en mi boca. Ni siquiera intenté metérmela toda entera, porque sabía que llegaría hasta la campanilla y no me gusta. Me encantó sentirla tan gruesa, cómo se movía en mi boca, ayudado por la deliciosa paja que le hacía. Mi mano se movía desde sus huevos hasta mi boca, cada vez más rápido, hasta que me dijo que parara. No quería correrse.
Me movió, con mucho tacto, poniéndome a cuatro patas. Se chupó los dedos y los introdujo en mi ano. Repitió la operación hasta dejarlo completamente húmedo y entonces intentó penetrarme. Poniéndose de rodillas, me metió primero la punta y poco a poco quiso introducirla completamente. Tuve que decirle que parara porque cuando llevaba media verga dentro, sentí como me apretaba demasiado y me desgarraba. Por suerte, imaginándome que pasaría esto, me traje vaselina. Me la puso hasta el fondo. Sus largos dedos se hundieron… empezando a provocar sensaciones intensas. Cuando en esta ocasión su verga se deslizó por mi ano, grité de nuevo, pero fue de placer. Su larga polla me había alcanzado todo mi deseo, bombeando con embestidas fuertes, que se volvieron muy intensas. Yo gritaba como loca, con los ojos cerrados, entregada al clamor de su ardiente fuego.
Estuvimos así durante una hora aproximadamente. Tuvimos varios momentos a tope, en los que pensé que se iba a correr, pero bajó la intensidad, para después volver a subirla. Así hasta tres veces, pero la última fue brutal. Me hizo gritar más fuerte aun, con un «Ahhh» que sonaba hasta con vibración. Vi todas las estrellas y los ángeles del firmamento, como un huracán dentro de mí. Tuve hasta 4 orgasmos en ese momento, más 3 que había tenido anteriormente sin tocarme el clítoris. ¡Que gusto! Y cuando se corrió fue súper especial. Lo hizo dentro de mi ano. Sentí todo su semen calentito ahí dentro y chorreando por todo el culo. Oh, madre mía. Me dejó sin aliento.
Y por último me llevo de regreso a mi trabajo y me dio un apasionado beso de despedida. 10 segundos donde el único pensamiento de mi mente fueron sus labios y su enorme verga…Podéis ver un nuevo vídeo en Nuevos amigos liberales.