Con este chico empecé a mantener una relación y nuestros encuentros sexuales cada vez iban siendo más atrevidos. Así que me dejé llevar, como buena niña… Tuve experiencias en muchos sitios: Lugares para montárnoslo.
Después del primer encuentro, me sentí como en una nube. Estaba deseando que llegase el próximo fin de semana para tener otra fogosa experiencia, pero me llamó al día siguiente, gratamente antes de lo que pensaba. Quedamos para dar una vuelta. El chico estaba realmente interesado en mí, en mi persona, no en el sexo. Hicimos muchas cosas juntos…. Jugamos a la Play, nos acompañamos a los lugares donde teníamos que ir, me ayudó a hacer los deberes del insti… Cada día que pasaba mejor impresión me causaba. Se me olvidó que no me gustaba físicamente porque me encantaba la forma en que me trataba y me calentaba una barbaridad cada vez que decíamos de hacer algo. Y los encuentros fogosos seguían produciéndose. Siempre al término de cada encuentro. Siempre yo se la chupaba y no permitía que me desnudase por completo, porque al gustarme tanto no quería que le desagradara mi físico ya que estaba gordita.
Una de las veces, estábamos en un parque público de día. En el parque no había nadie, pero en el edificio de dentro había gente trabajando y podían vernos por la ventana. Estábamos besándonos y nos calentamos los dos una barbaridad. Como era primavera llevábamos chaquetas para cuando refrescara y, movida por la excitación, puse una chaqueta sobre sus piernas y le metí la mano por debajo. La tenía durísima. Estuve varios minutos rozándosela por encima del pantalón, pero no me contuve mucho y enseguida se la saqué. El tacto me volvió loca. La sentí tan durita, calentita y llena de venas palpitantes. Estaba tan excitada. No lo pensé dos veces y metí mi cabeza por debajo de la chaqueta, chupándosela. La gente que trabajaba en el edificio de enfrente no verían nada, pero intuirían sin duda lo que estaba haciendo y eso me calentó más. Aumenté el ritmo y en poco tiempo tenía el flamante líquido en mi boca. Como no quería que me vieran escupirlo, volví a tragármelo aguantando el desagradable sabor ácido, pero deseándolo por el morbo. Luego al levantar la cabeza e intentar hablar con normalidad, me morí de vergüenza al pensar que la gente de enfrente pudiera reconocerme y enseguida nos fuimos de allí.
Las situaciones exhibicionistas no eran premeditadas, ni mucho menos. Simplemente pasábamos el día juntos y nos íbamos calentando poco a poco hasta tener que acabar en algún lugar. La mayoría de veces tratábamos de que fuese de noche, en algún parque poco concurrido, pero a veces, como la citada, ocurría en lugares públicos. Me sentí atraída por ese mundo, pero decidí alejarme para no tener cierta fama de puta. Así que empezamos a planear los encuentros sexuales, en lugar de dejarnos llevar. La noche y los parques poco concurridos era la mejor opción, aunque también nos lo montamos en callejones y en portales de lugares apartados. Pero según fuimos cogiendo confianza, le iba dejando entrar en mi casa y allí, con mis padres delante, era demasiado arriesgado hacer cualquier cosa. Sin embargo, cuando veíamos una peli nos tapábamos con una manta y debajo nos metíamos mano. Él a mí me metía mano siempre por encima de la ropa, en cambio yo me sabía de memoria su polla. Pero como empezábamos a pasar mucho tiempo en mi casa, necesitábamos satisfacer nuestras necesidades, y para ello lo llevé al último piso de mi edificio, donde estaba la terraza. Allí nos metíamos mano sin contenernos y se la chupaba como ansiaba tanto. Poco a poco le fui dejando hacer mas y a los pocos meses me metía los dedos y me masturbaba también.
Cuando empezó a trabajar, muchos días venía a las tantas para estar un rato conmigo. Yo llevaba todo el día con ganas y nos íbamos directamente al último piso de las escaleras. Una de las veces, le bajé los pantalones dispuesta a mamársela lo antes posible, para que pudiera irse a descansar, y me encontré un fuerte olor, muy desagradable. Llevaba tres días sin ducharse y ese día había sudado mucho. Total que el aroma que impregnó la escalera fue sofocante. Pero yo, en lugar de apartarme, hice un gesto como de que olía mal y empecé a mamársela. Me causó un especial morbo chupársela cuando olía tan mal. Eso me llevó a hacer una mamada especialmente morbosa.
Más adelante, ya en pleno verano, un día salimos de fiesta. En la discoteca bailamos muy pegados y a él se le empinó. Me encantó notar que se le había puesto así por mí, y le empecé a meter mano, disimulando para que la gente no se percatara. pero la excitación me dominó y colocándolo en un rincón de la sala, le empecé a pajear. Pero entonces llegó un amigo y cuando me tocó el hombro, me giré para ver quién era, y vio de pleno lo que estábamos haciendo. Total que nos entró mucha vergüenza y nos largamos de allí. Estuvimos hablando que la situación era morbosa pero lo que no era morboso era que nos pillasen de verdad y más siendo amigos. Ese día se nos cortó el rollo.
En otra ocasión fuimos a un parque que había cerrado. Saltamos la valla y nos sentamos en un banco. Ese lugar era especialmente morboso. La gente pasaba y no se daba cuenta que estábamos allí, pero si giraban la cabeza podrían vernos. Incluso de vez en cuando alguien se giraba y nos observaba. Nos estuvimos liando y cuando nos calentamos, como siempre, empecé a mamársela. Otra experiencia especialmente morbosa que disfruté con devoción.
Respecto a nuestra situación sentimental, al principio estábamos de rollo, pero enseguida empezamos a salir y cuando lo metí en mi casa lo presenté como mi pareja. Nos llevábamos genial, hasta que la relación se fue torciendo debido a una experiencia llamada una venganza convertida en cuernos.