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Follando con otro en mi propia casa

Follando con otro en mi propia casa

Empezamos sentados en la terraza a hablar de cosas sin importancia, rellenamos por segunda vez para Daniel y tercera vez para nosotros las copas. Me hice un «cigarrito» el primero para Daniel y segundo para nosotros. Ella y él hablaban de temas de playa. Os cuento como acabe follando con otro en mi propia casa.

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Carmen le contaba como era la playa donde nosotros solíamos ir, en un momento dado ella me dijo:

Carmen: “Cariño, ¿por qué no pones la cámara un momento y reproduces la grabación que tenemos de la playa? Quiero que Daniel la vea para que se haga una idea de cómo era el piso donde veraneábamos.”

Yo: “Uff, creo que está en el ropero, cualquiera la encuentra.”

Daniel: “Déjalo hombre no te molestes, por mí no lo hagas.”

En ese momento me dio un flash, una idea y respondí:

Yo: “No te preocupes, si además me interesa sacarla para llevármela a Málaga. Ahora vuelvo.”

Me dirigí al dormitorio y les dejé hablando en la terraza. La idea era por supuesto poner la cámara a reproducir la grabación de la playa, pero también podía ponerla a grabar en un momento. La cámara tiene una lucecita que se enciende cuando está grabando, así que busqué un poco de cinta aislante negra y lo tape en el cuarto. Salí de nuevo, conecté la cámara a la tele y la puse en modo reproducción. Giré el televisor de forma que se veía desde la terraza, y me senté con ellos. Estuvimos viendo el piso de la playa, unas vistas de puesta de sol muy bonitas que reflejaban en el mar. Era aburrido pero eso me había dado otra posibilidad…

Terminamos las copas y decidimos empezar a cenar, eran casi las once y media, y ya los tres teníamos carita de tonto. Nos metimos dentro del piso y encendimos el aire acondicionado, puse la tele en su sitio y aprovechando que ella estaba en la cocina coloqué la cámara en la vitrina del mueble-bar, la oriente lo mejor posible con la ayuda de la pantallita y cerré la puerta de la vitrina. La cámara puede grabar hasta tres horas sin problemas, la batería estaba cargada, nada podía salir mal. Ella entró en el salón y yo llevaba unos cables colgando hacia el dormitorio, le dije que esperara que guardaba la cámara y que volvía para ayudarla a poner la mesa. Volví del dormitorio y Daniel que se había dado cuenta de mi jugada me preguntó:

Daniel: “¿Piensas grabar? ¡Que jodío eres!”

Yo: “Recuerda que tengo que ir a por tabaco y tardaré al menos 45 minutos, a esta hora casi todo está cerrado. ¿No te importa verdad? No quiero perderme nada.”

Daniel: “Siempre que me dejes verla y no la cuelgues en Internet.”

Yo: “No te preocupes, jamás haría eso y por supuesto que la verás. Hoy ella tiene que saberlo todo (la cara de Daniel cambió por completo), tranquilo se lo que hago.”

Ella entraba en ese momento con una bandeja con comida, Daniel preguntó por la botella de vino, Carmen le respondió que ella la traería, él insistió y los tres nos dirigimos a la cocina a colaborar. Cuando todo estuvo en la mesa nos sentamos a comer. Todo transcurría normalmente. Bueno ella estaba ya algo tocada debido a las copas (todo el día bebiendo), los porritos y el cansancio propio de un día de «jaleo». Empezamos a hablar del fin de semana en Málaga, en cinco minutos lo habíamos acordado todo , incluso sonó el móvil de Daniel, era su mujer, hablaron y al momento. Él se lo pasó a Carmen, ellas hablaron un rato sobre el fin de semana. Él se había encargado de decírselo a su mujer y todo estaba ya mas que claro. Incluso yo hablé con su mujer. Está fue la conversación:

Ella: “Hola, ¿cómo estas? Ya me ha contado mi marido que este fin de semana estaremos juntos y solos los cuatro.”

Yo: “Espero que no seamos una molestia para vosotros.”

Ella: “¿Una molestia? ni mucho menos. Además estoy deseando de ver a Carmen, fuimos muy buenas amigas y conocerte a ti. Me gusta saber a quien se folla mi marido.” (lo solto sin cortarse y yo disimulé)

Yo: “Ella también tiene ganas de verte, me ha contado cosas sobre ti y tu marido y los amigos de mi mujer son mis amigos.” (es lo primero que se me ocurrió)

Ella: “Pillin cornudo, se que ella está junto a ti, ja ja, ¿y mi marido se la piensa tirar hoy también?

Yo: “Espero que sí y que todo salga bien.”

Ella: “Él dice que eres un personaje, que se lo pones muy fácil y que tienes mucha imaginación. Bueno te dejo ya, el viernes veremos como va todo. Yo pondré de mi parte y suerte para hoy. Adiós y pásame a mi marido por favor.”

Él se puso al teléfono hablaron un minuto mas y colgó.

Daniel: “Bueno entonces ya está todo claro. El viernes estar preparados por la mañana y yo os recogeré aquí mismo.”

Una vez todo concretado seguimos comiendo y la verdad a mi mujer el vino la termino de matar. Terminamos y yo me dispuse a recoger la mesa. Mi mujer hizo ademán de levantarse pero se tambaleó. Los tres nos reímos. Se sentó en el sofá como pudo y Danel y yo recogimos la mesa mientras ella se hacía otro cigarrilto. No paraba quería más. Ya en la cocina le dije a Daniel lo que quería que hiciera. La idea era que una vez estuviera todo recogido yo pondría tres copas mas y me metería en la ducha, él aprovecharía para meterle mano, o lo que le diera la gana, ella estaba muy fastidiada y no sería difícil conseguirlo.

Yo: “Bueno Carmen me ducho que antes no pude con los recados.”

Carmen: “Vale cariño, estaremos aquí viendo la tele y charlando no tardes.” (visiblemente mareada se le trababa la lengua)

Les dejé sentados en el sofá y me metí en la ducha. Jamás me había duchado mas rápido. Dejé el grifo abierto, desnudo completamente y con un espejito me dirigí a la puerta del salón. Ayudándome del espejo vi, como me había imaginado, que Daniel ya la estaba sobando las tetas. Ella le acariciaba el paquete por encima de las bermudas, como ella estaba echada sobre su hombro no me podía ver. Me asomé mas y llamé con la mano la atención de Daniel, él me miró sin dejar de sobarle las tetas me hizo un gesto de complicidad. Se abrió la cremallera del pantalón y sacó su polla. Acto seguido empujó la cabeza de mi mujer que estaba medio adormilada. En un principio ella pareció negarse pero no fue así, giró la cabeza hacia la puerta del salón, rápido escondí el espejo, aguardé unos segundos en absoluto silencio y ella grito:

Carmen: “¿Te queda mucho?” (corrí hacia el cuarto de baño y grité)

Yo: “¿¿¿Qué??? Espera cierro el grifo que no te oigo, (cerré el grifo) ¿qué dices?”

Carmen: “¿Qué si te queda mucho?”

Yo: “Me acabo de meter, deja que me pegue una ducha tranquilo , además aun me tengo que afeitar.”

Carmen: “Valeee.” (con esa voz de cadencia borrachil)

Yo: “Además no he encontrado los boxer ahora me los acercas.”

Carmen: “Vale, avisameeeé.”

Yo: “Ya te aviso yo cuando termine.”

Así fue la conversación, en todo mi vida junta había improvisado mas que en ese día. Bueno prosigo, cogí de nuevo el espejo y corrí sin hacer ruido a la misma posición que antes. Saqueé el espejo y ahora la película era otra. Ella estaba echada sobre el regazo de Daniel y la tenía casi toda metida en la boca. Me empalmé del tirón, mas que la primera vez en los aparcamientos de la dichosa boda. La oía claramente el chupeteo, succionaba una y otra vez, de vez en cuando sonaba el típico ruido bloff , de habérsele escapado de la boca. Un sonido solido y líquido a la vez. A cada momento paraba se la sacaba de la boca para luego recorrerle la cabeza con la lengua. Esa polla jamás había estado mas limpia que en ese momento.

Él la tenía dura del todo y me pareció aun mas grande que aquel día, con luz, todo era diferente. Ella tenía los ojos cerrados y no los abría, para nada. Así que con mucho mucho cuidado me agaché y gateando me acerque hasta el posabrazos del sofá (creo que ella estaba tan pedo que jamás me hubiera visto) aun así no hice ningún ruido. La tenía a menos de un metro, con una mano tenía la polla de Daniel y con la otra imagino (ya que no la veía) que le masajeaba los huevos. El me hizo un gesto con la mano para que me alejara. Entendí a la perfección que estaba a punto de correrse. Me levanté (ya me daba igual que me viera) y sin hacer ruido volví al pasillo desde donde me puse de nuevo el espejo. Apenas llevaba unos segundos allí cuando él soltó un suspiro en voz baja y observé como de la boca de ella, por las comisuras de los labios, salía semen a borbotones. Eso a ella le dio igual, se tragó todo lo quedó sin rechistar y sin sacársela de la boca.

Al poco ella se la sacó, recogió con su lengüetazo cuanto se había escapado, incluso un poco que se había escurrido sobre la cremallera de las bermudas. Se incorporó y le besó largamente. Él no había parado de tocarle las tetas y el coño, pero siempre por encima de la ropa. Todo había acabado. Volví a la ducha me mojé todo y cerré el grifo entonces grité:

Yo: “Carmennnn, ¿puedes traerme los boxer?”

Carmen: “Siiiiií, ya voy.”

Apareció Carmen, llamó a la puerta le abrí y me los dio, me preguntó si me afeitaría y le dije que no que al final no tenía barba como para eso y salió del cuarto de baño. Se la veía muy tocada. Me vestí, salí al comedor y ella estaba en la cocina preparando tres copas más. Una vez que empieza ya no hay quien la pare…

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