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Ligando más fácil

Ligando más fácil

A la semana me llegó el iPhone. Era un modelo antiguo, medio roto, pero me hizo mucha ilusión porque por primera vez iba a tener un móvil con Internet. Estuve varios días trasteándolo, siguiendo los consejos de Víctor, hasta que aprendí a manejarlo.

Lo primero que hice fue instalarme el kik, una aplicación para chatear como con el wasap, pero sin la necesidad de dar el número. No me importaba dar el wasap, porque de todas formas no me sonaba y si me llamaban salía apagado; pero me dijo Víctor que si empezaba a dar a todos el wasap al final me volvería loca. Era mejor pasar el kik y el que me gustara le diera el wasap. Además ahí tendría también a contactos del instituto y tendría que estar más atenta a cada mensaje que me llegara, mientras el kik sería como un segundo chat masivo. Yo nunca había escuchado hablar de esa aplicación, pero vi que muchos con los que chateaba (al hacerlo más habitualmente) me lo pedían para verme en foto. La aplicación que utilicé para chatear y conocer gente nueva fue GenteChats. No había ninguna app para chatear en iOS demasiado buena, pero esa me gustó. Cada noche, cuando me metía en la cama, chateaba al menos 1 hora diaria. Mi familia no sabía ni que tenía este móvil.

Una noche, mientras hablaba con Víctor por wasap, salió el tema de mi amiga Ester. Ella no sabía nada de mis últimos ligues. Me daba vergüenza contárselos. Antes le contaba todo, pero desde que conocí a Víctor le ocultaba cosas y eso me hacía sentir mal. Era mi mejor amiga. Víctor tampoco sabía que me había liado con ella. Esa noche se lo conté todo. Entonces me dijo que le parecía genial y que si tanta confianza teníamos debía contárselo todo. Primero me sentí un poco incómoda. Me daba miedo que Ester no fuera tan buena amiga como aparentaba y que, después de contarle mis intimidades, las fuera contando por ahí. Ya lo había pasado fatal con Hugo. Pero me armé de valor y, haciendo caso a Víctor, se lo conté por wasap. Ella también lo tenía y casi siempre estaba disponible. Cuando le conté mis experiencias sexuales con hombres mayores que yo, que había conocido a un chico en el chat y lo demás, ella no se lo tomó a mal. Al contrario, me dijo que ella también había tenido sexo por dinero, aunque con chicos más jóvenes de hasta 30 años. Me felicitó por mi nuevo móvil. También me dijo que me había echado de menos, que añoraba nuestros apasionados encuentros y que de ella nunca saldría nada porque yo era más que una amiga. Eso me llenó y me hizo sentir mejor. Además quedamos para el día siguiente. Era lo que necesitaba. Di las gracias a Víctor. Él sabía hacerme feliz.

Una vez dejamos el tema de Ester hablamos de los chicos del chat. Muchos iban a saco, otros daban rodeos, pero todos iban buscando sexo. Yo no debía decirles a todos que cobraría por hacerlo, sólo tenía que darles bola y proponérselo a los más desesperados. Tampoco debía darles el kik a todo el que me lo pidiera, sólo al que viera simpático o tuviera una conversación de más de media hora. Y cada noche me salía más de uno. Después hablábamos por kik, nos pasábamos foto y si nos gustábamos hablábamos de quedar. Yo solía gustar a la mayoría de los chicos y era yo la que decidía casi siempre de quedar o no. A muchos les daba largas porque me salía otro chico más guapo con el que quedaba para esa semana. Y normalmente quedaba 2 veces por semana, los viernes y los sábados, o sólo 1 vez porque también quedaba otro día con Ester. Pero a partir de entonces mi amiga era mi cómplice. También me contaba ella sus ligues. Y así fue mi nueva vida con el iPhone.

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