
Me conecté al chat y esperé a que alguno me propusiera tener sexo por dinero. Ya me había pasado otras veces, pero nunca lo acepté. Ahora era diferente, estaba decidida a probar. Mi chico me lo había propuesto y quería complacerle con una mamada por 30 euros…
Sólo daba con chicos mayores que yo, pero Víctor me dijo que era mejor así porque ellos ya tendrían una estabilidad económica y no los niñatos de mi edad. Encontré varios de 50 años, pero finalmente me decidí por uno de 40. Éste no era tan descarado con el sexo y acordamos que me pagaría 30 euros por hacerle una mamada. Si llegáramos a follar me pagaría hasta 50 euros. Y eso cada vez que nos viéramos y si nos gustaba podríamos quedar cada semana o 2 semanas. Entonces me di cuenta de que si tenía a más de un chico dispuesto a pagar, al cabo del mes podría ganarme una buena cantidad de dinero. Nunca lo había pensado así, pero Víctor me estaba abriendo un nuevo mundo ante mí. Me recomendó que quedara con todos los que quisiera, pero que quedara en un lugar apartado para que me vengan a recoger en coche y antes de montar que me memorizara la matrícula. Si alguna vez alguno de esos hombres me quisiera forzar, después podría ir a denunciarlo, ya que era menor de edad, y podría ganarme aun más dinero. Pero una vez que tuviera confianza con unos 4 o 5, ya no buscara más y repitiera con ellos siempre que se pudiera. Y así lo hice. Quedamos para el siguiente viernes al anochecer.
La primera vez que quedé estaba muy nerviosa. Iba a hacer por primera vez una mamada por 30 euros. Había quedado con uno de 40, pero como lo había contactado por el chat de Terra no llegué a verle la cara. Podría haberme dicho todas las mentiras que quisiera y yo no podría saberlo. Llegó con un coche blanco un poco pequeño, me guardé el número en el móvil disimulando que estaba cortando una llamada y me monté. Lo hice casi sin pensarlo, porque posiblemente si lo pienso no me monto. Estaba tan nerviosa que a la hora de hablar tartamudeaba y notaba como las piernas me temblaban. El hombre me empezó a hablar. Me dijo que estaba casado, pero que con su mujer no se llevaba muy bien y sólo quedaba para pasar un buen rato. Me fijé que en el suelo había un muñeco. Posiblemente tendría un hijo pequeño. Eso me cortó más, pero yo apenas hablaba y él no paraba de contarme toda su vida. También me dijo que había quedado con otra chica de mi edad, pero apenas fue una vez y no sabe por qué no quiso repetir. Yo pensé para mí que ella esperaría otra cosa. El hombre no era atractivo. Estaba un poco rellenito, con media barba y con el pelo un poco canoso. Como yo no iba buscando sexo, sino más bien dinero y complacer a Víctor, no le di mayor importancia. Es más, pensé que los hombres feos serían los que están dispuestos a pagar, porque como no pueden ligar, pagan por ello.
Paramos en un descampado y me empezó a manosear. Primero lo hizo por encima de la ropa. Noté como sus dedos me palpaban por debajo de los pechos, después me los agarraron y buscaron los pezones entre la tela. Yo llevaba un sujetador y una camiseta. Me subió la camiseta para dejar a la vista las tetas con el sujetador. Bajó el sujetador para dejar las tetas al aire. Entonces empezó a chupármelas. Tuve que contener un escalofrío, porque lo hizo bruscamente, dejando babas y haciéndome un poco de daño con sus dientes. Me mordí un poco un labio para aguantar el dolor. El hombre pensó que ya estaba caliente porque metió una mano con desesperación en mis bragas. Aun no tenía el coño húmedo y tuve que apartarle la mano. Sentí como su dedo quería clavarse, pero todavía no estaba preparada para eso. Además de cortada no estaba a gusto. Se notaba que no disfrutaba. Pero al hombre no le importaba nada, porque seguía recorriéndome todo el cuerpo de arriba a abajo, apartando la ropa y apretando donde más le gustaba.
Como tenía ganas de terminar, ya que había quedado en la una mamada por 30 euros, yo misma le quité los pantalones. No me gustó ver su polla con tristes pelos. Me gustan los hombres peludos, pero aquello era casi blanco y con muy poco. Cerré los ojos, cogí aire y me metí la polla en la boca. La tenía más bien pequeña, pero eso sí era una ventaja porque podía metérmela entera sin ahogarme y utilicé las manos para acariciarle los huevos. Me encantó apretar su polla contra mí, empujarme desde los huevos y sentir como el hombre palpitaba de gusto en mi boca. Estaba tan excitado con mi mamada que dejó de manosearme y empecé a sentirme cómoda. Le lamí toda la polla, desde el glande hasta los huevos. Dejé la polla pegada en mi cara mientras me metí un huevo en la boca. Sentí como el hombre, cachondo perdido, la movía loco de excitación restregándola en mi cara… fue un éxtasis. Me gustó mucho notar la excitación del hombre en la mejilla. Después volví a metérmela entera y empecé a succionar cada vez con más fuerza. Cuando noté que estaba a punto de correrse no me aparté y seguí dándole placer como una loca. Pude apreciar como la polla del hombre temblaba más aun y el conducto de abajo se hinchó para expulsar el semen. Dejé que se corriera en mi boca. El sabor ácido me desagradó un poco, pero me dio mucho morbo y acabé tragándomelo todo. Se me quedó un sabor raro, pero me sentí tremendamente feliz de lo que había hecho y más aun cuando el hombre sacó la cartera y me dio los 30 euros. Le sonreí y le pedí que me llevara a casa.
Por el camino el hombre siguió hablando y hablando, mientras yo no me atreví a articular palabra. Estaba aun más cortada que antes. Quedamos para la semana siguiente. Todavía era pronto ese viernes y fui corriendo al ordenador, a ver si estaba Víctor para contarle mi mamada por 30 euros.
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