Estamos en el segundo nivel del juego de las perversiones sexuales. Aquí nos encontramos el primero de los tabúes sexuales: que una chica haga un vídeo de una masturbación, que muestre la cara y lo suba a Internet. Veamos el nivel 2: masturbación.
Esta ha sido una experiencia única para esta confidente anónima. Recordemos que se metió en la Deep Web en busca de experiencias intensas, y vaya si las ha encontrado. Lo que le ha ocurrido no lo olvidará en la vida.
Días más tarde accedí a la web. Lo cierto era que no necesitaba el dinero para nada. Era puro morbo. Eran ganas de ver las reacciones de los chicos a mi text. Disfruté mucho viendo como alababan mi mente liberal. Me decían que era guapa, que querían quedar conmigo. Querían conocerme, ser parte de mi vida, tener sexo conmigo… Y todo eso me gustaba y me hacía sentir excitada. Nunca pensé que los chicos pudieran sentir esa atracción tan fuerte por mí. No me consideraba que fuera una de esas chicas top, al contrario. Era guapa, pero tenía unos kilillos de más que me avergonzaba mostrar a los chicos que me gustaban. Pero por aquí era diferente. Habían hombres a los que les gustaba, que querían más de mí. Me hacían sentir deseada.
Así que vi, por curiosidad, el nivel 2 de este juego. Había cobrado sin problemas el primer pago y eso me dio confianza. En esta ocasión tenía que subir fotos desnudas y grabarme el vídeo de la masturbación. Las fotos ya las tenía, porque me las hice para la otra web. Sólo me faltaba grabar el vídeo. Así que viendo la recompensa, 500 euros, decidí hacerlo. Era un paso más. Y luego me volvería a sentir deseada con todos esos chicos alabándome. Curiosamente en esta web no había haters insultándome. Y eso me gustó más.
El vídeo lo hice una mañana que mi madre tuvo que salir. Ese día no fui al instituto. Cuando me quede sola preparé la cámara del ordenador en el escritorio y me desnudé enfrente. Primero empecé acariciándome los pechos con una mano y el muslo con la otra. Me imaginaba a todos esos chicos viéndome en acción y deseando tenerme. Querría hacer una orgía con todos ellos, querría que me indicaran lo que tenía que hacer a continuación. Me sentía como una marioneta en sus manos. Pero no era por el dinero, era por el morbo de pensar que me estaban siguiendo. Mi vida se estaba convirtiendo en un reality show oculto en las entrañas de la red. Y me encantaba.
Cada vez que profundizaba más en mis fantasías sexuales, más excitada me ponía. Quería hacer todo eso y más. Quería descubrir el sexo en todo su esplendor. Todavía era virgen, pero estaba explorando los mayores placeres. Nada se podía comparar a ese momento. No por la masturbación en sí, ya que lo había hecho miles de veces, sino por la locura que impregnaba mi mente. Estaba ávida de placer. Mi cuerpo era un volcán a punto de entrar en erupción. Y todavía mis dedos no se habían acercado a la zona del clímax.
Un roce de mis dedos por el canalillo o por la ingle, suponía una explosión de sensaciones. Mi cuerpo se estremecía, era puro éxtasis. Y en mi mente miles de ojos observándome en la penumbra, de los testigos de aquella web invisible de internet. Cuando rocé el clítoris, tuve una contracción. Era una masturbación exquisita. Fue una sacudida intensa de placer. Estaba abierta totalmente a experimentar, a dejarme enloquecer por unos desconocidos, que deseaban tanto como yo deseaba que me vieran. Y cuando rocé el clítoris, cuando tras la sacudida el temblor se prologó, entonces llegué a un brutal orgasmo que me hizo hasta gritar. Fue le mejor de mi vida.
Minutos después, aun con el corazón latiendo fuerte dentro de mí, corrí para subir el vídeo asea página prohibida. Tenía los dedos chorreando fluidos, pero me dio igual manchar las teclas. No podía esperar más. Y al subirlo volví a sentir esa sensación de estremecimiento. Pero al hacerlo vi que era tarde y salí. No quería que mi madre me pillara al regresar de hacer la compra. Y estaba eufórica por la masturbación… y esa sensación de curiosos recorriendo mi cuerpo.
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