Una tarde nos juntamos las amigas para dar una vuelta por la zona. La amiga del coche acababa de romper con su novio. Un chico que me gustaba, pero al que no dije nada por respeto a ella. Y así fue como acabé follando con el ex de una amiga.
No habían quedado mal, simplemente él prefería un rollo y ella novio serio. No cuajaban. Era un chico bastante mono, muy peludo. Del tipo que me gustan a mí, aunque solía vacilar con que ligaba mucho, pero a parte de mi amiga, no lo habíamos visto con otra chica y eso que solíamos ir juntos a bailar. El chico tenía la casa libre ese fin de semana, porque eran fechas próximas a San Valentin y sus padres habían decidido celebrarlo por adelantado para no dejarse tanto dinero en la cena y el hotel. Dijimos de ir al videoclub, alquilamos una peli y nos fuimos a su casa verla. Éramos exactamente las cuatro amigas que fuimos a Móstoles, él y un amigo suyo. En el coche íbamos un poco apretados, ya que éramos seis, y aproveché para sentarme encima de él, provocándole el consiguiente calentón. Noté como me rozaba disimuladamente el culo y, aprovechando un bache, los pechos, por lo que entendí que él también estaba por mí. Pero no quería hacer nada hasta comentárselo a mi amiga, así que me esperé a saber algo.
Vimos la peli todos juntos. Yo me acercaba al ex de mi amiga, disimuladamente, pero dejándole claro que tenía ganas de pasar la noche con él. Su amigo hacía lo propio con mi amiga. Acabaron abrazados, pero no hicieron nada estando gente delante. Cuando terminó la peli, tras hablar un ratico, dijeron de irse las tres amigas que no estaban emparejadas y así, mi a amiga y yo, nos quedamos a solas con los dos ligues.
Empezamos hablando, acercando posturas, hasta que al final nos acabamos liando. El chico que me gustaba era muy gracioso y nos hacía reír a las dos, dando lugar a un buen ambiente. Lo acompañamos con un par de copas de bodka con fanta limón. Nos fuimos calentando, dando besos en el cuello y cada vez más intensos. Una de las veces me dijeron que cerrara los ojos, así lo hice. Volví a recibir un beso morboso, que me puso a mil. Cuando terminó habían muchas risas. Era mi amiga quién me lo había dado. Pero ella no era lesbiana ni bisexual. Supongo que lo hizo porque el alcohol le animaba la sangre y como un juego para seguir el rollo al que estaba conmigo. Entonces habló de mi supuesto noviazgo que tuve con la amiga con la que compartí el chico en Móstoles. Y me hicieron dar detalles. A lo que les dije, para calentarlos, siendo mentira, que ella sabía besar mejor que nadie y que cada vez que lo hacía me hacía temblar de placer. Los volvió locos porque empezaron a besarnos con una pasión renovada. El que estaba con mi amiga empezó a levantarle la falda, pero mi amiga se cortó, ya que nos conocíamos de tiempo y aunque hablábamos de sexo, jamás habíamos dado excesivos detalles de lo que hacíamos en privado. Se llevó a su ligue a una habitación y nosotros seguimos en el sofá del salón.
Al quedarnos solos pensé que la cosa se calentaría, pero no. El chico seguía contando chistes y haciéndome reír, pero nada de pasar de los besos. Tuve que ser yo la que me lanzara. Le empecé a besar intensamente. Tenía mucha barba, a pesar de tener dos años menos que yo. Al principio me hacía cosquillas en el cuello, pero según fuimos rozándonos, me fue molestando ya que me irritaba la piel. Por lo que decidí dar un segundo paso. Le quité la camiseta y empecé a darle besos bajando por el torso. Las sensaciones no mejoraron. El pelo que le salía por el cuello le invadía todo el pecho. Aunque me da morbo los hombres peludos, aquello era demasiado. Le acariciaba la piel y por la zona central sólo encontraba pelo completamente negro. Le bajé los pantalones. La jungla se extendía allí también. Para meterme su polla en la boca tuve que hundir los pelos con las manos y chuparla entre fuertes olores a cerrado, ya que sudaba al tener tanto almacenado. Pero ese olor me daba mucho morbo. No sé como explicarlo pero cuando un chico huele fuerte, ya no a sucio, sino al propio olor corporal, me dispara las hormonas y me hace sentir el éxtasis. Se la empecé a mamar con ansia, sin importarme que me llenara la boca de pelos o que el chico me empezara a tratar como una puta. En cierto modo me gusta, pero no permito que me hablen así abiertamente por respeto. Luego podría contar a sus amigos lo zorra que era y me lo pensé mejor antes de seguir como si nada. Sobretodo porque sus amigos y mis amigas se conocían. Me paré en seco y le dije que si quería que siguiera que me respetara y, por supuesto, que lo que hiciéramos que no saliera de allí. Me dijo que sí y continué. Se la mamé de arriba a abajo. Cachonda como estaba, me llegué a meter sus huevos en mi boca, notando sus pelos desagradables en mi lengua. Me sentí sucia, como una perra en celo, porque una cosa era echar un simple polvo y otra cosa era gozar con un tío tan peludo. Pero lo disfruté. El morbo me recorría las venas y allí seguía, experimentando hasta el último segundo. Llegué hasta a lamerle el culo. El subidón de adrenalina total vino cuando pasé mi lengua por su ano y me embriagó el fuerte olor. Era un poco desagradable, pero morboso cien por cien. Me volví loca. Pero entonces el chico me paró en seco porque era muy escrupuloso con el tema de la homosexualidad y se pensaba que si una chica le hacía eso le llevaría al lado oscuro.
Me había cortado el rollo, pero tenía ganas de follar esa noche, así que me quité los pantalones y le dije que me follara. Pero había un problema: se le había agachado. Así que nada, vuelta a empezar. Volví a comérsela. Mi lengua recorrió todo su pene, del glande a los huevos. Los molestos pelos se interponían y tenía que parar para quitármelos de la boca. Se me había ido el morbo de antes. Pero seguí insistiendo, deseando que me follara como el ligue de Móstoles. Pero no había manera. Cuando se le ponía dura, al ponerse el condón, se le ablandaba. Y claro, yo no puedo hacer una mamada con el plástico de por medio. Me da asco. Lo intentamos durante una hora más, hasta que llegó el momento en el que ni mamándosela se le levantaba. Me dijo que estaba cansado porque eran las seis de la mañana y ya había amanecido. Hasta se excusó con que los pajaritos que cantaban de buena mañana, le molestaban. Pensé que era un pringado, porque a pesar de ser guapo y vacilar que ligaba mucho, no se había comido una rosca en su vida.
Para postre llegaron sus padres y nos pillaron a los dos desnudos. Yo estaba pajeándole y besándole en esa zona, por lo que me vieron en una situación bastante comprometida. Me tiraron de su casa con la ropa en la mano. Menudo sofocón. Me tuve que vestir en la escalera y al cabo de quince minutos salió la otra pareja que se encontraba en la habitación, también pillados. Por lo visto los padres habían dicho de salir de fiesta y quedarse en un hotel, pero como no eran fechas de temporada alta no reservaron y cuando llegaron, se encontraron la sorpresa de que no quedaban habitaciones. Y la mayor sorpresa se la encontraron al llegar a casa. Si no habían tenido bastante conmigo, también vieron a mi amiga a cuatro patas, recibiendo por detrás las embestidas del amigo de su hijo, que no se cortaba un pelo dando detalles.
La que era su novia estuvo un tiempo sin hablarme. Me dijo que aunque me hubiera dicho que sí yo no debería haber hecho nada con él. Se había hecho la fuerte, intentando aparentar que ya no le importaba, cuando sí le importaba y mucho. Estuvimos un tiempo sin hablarnos. Mi ligue se tiró un mes entero sin salir. Cuando lo vimos iba contando que no había podido hacer nada conmigo porque yo no le había dejado. Como si fuera una estrecha. Yo me callé porque tampoco era grato decir que me había quedado con ganas de follar como dios manda, dando a entender que era una guarra y me encantaba el sexo. Además, de esa manera tapaba todos mis escarceos y ligues que había tenido a lo largo de mi vida. No quería aparentar que era una puta y así parecía todo lo contrario. Perfecto. Además, gracias a esa fanfarronada, mi amiga volvió a hablarme. Me dijo que me lo tenía merecido por robanovios jeje. Le di la razón y le pedí perdón sin parar hasta volver a estar como antes. Los fines de semana empezamos a salir el grupo de amigas. Fuimos a un pub, para bailar, donde ligué en un sábado de fiesta.