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Masturbación en la playa

Masturbación en la playa

Lo pasé mal con mi primera experiencia del chat y eso me creó dudas. Pero tras esta experiencia las dudas se disiparon y sólo pensé en disfrutar… Fue una experiencia morbosa y atrevida. La primera donde sentí fantasías y deseos de llegar mucho más lejos y donde decidí que había llegado el momento de desmelenarme.

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Después de lo que ocurrió con el cachas del chat, dudé. Comencé a pensar que los chicos buscaban llegar hasta la penetración, y si yo no estaba preparada o a gusto, y decidía parar, se acabarían enfadando. Por eso, tras ese primer encuentro premeditado, decidí no volver a tener ninguno más así. Debía conocer primero y hacer las cosas como las chicas normales. Además, había esa extraña sensación de que cuando chupaba una polla gruesa, no lograba sentir la excitación del chico, que era lo que buscaba. Y el hecho de no conocer al chico con el que mantuviera la relación, no debía contribuir a alcanzar el placer, por mucho morbo que pudiera darme.

Una mañana, ya en verano, decidí ir a la playa. Había quedado con otro chico del chat, simplemente para conocernos, pero no se presentó. De todas formas hacía un día radiante y decidí bañarme. Dejé mis cosas en las rocas y me adentré en el mar hasta la cintura. En ese momento apareció un hombre mayor, de unos 50 y muchos, rozando los 60, bajito y gordito. Empezó a hablarme de sexo, a lo que yo le intenté responder sin ruborizarme. Estaba sola, sin nadie conocido que pudiera juzgar mi actitud, y me dejé llevar. Me comentó lo que había visto hacer a parejas jóvenes en esa playa de noche y otras tantas situaciones excitantes. Sabía lo que hacía, porque en apenas unos minutos me puso cachonda sólo de pensar en lo que me estaba contando. Sin duda se dio cuenta porque disimuladamente, por debajo del agua, empezó a acariciarme la pierna. Al ver que no intentaba detenerlo, ni le decía nada, subió su mano hasta palpar una de mis nalgas. No me dio tiempo a quedarme cortada porque, movida por la excitación, me vi devolviéndole la caricia, aunque sólo me atreví a rozarle el muslo, aunque deseaba notar el bulto que debía tener su bañador.

Masturbación en la playa

Era un viejo verde que me estaba sobando debajo del agua, pero no podía detenerlo. Realmente no me gustaba nada, pero sólo pensar lo que estaba haciendo, de que me podían ver extraños, de que nos habíamos calentado en mitad de la playa… Todo eso se unió en una nube en mi cabeza, que no me dejaba pensar, o mejor dicho, sólo me dejaba pensar en la manera de satisfacernos. Llegó a meterme los dedos, disimuladamente, y empezó a introducirlos y sacarlos… sensualmente. A mí que siempre me había gustado masturbarme rozando el clítoris, me volvía loca sólo del contacto vaginal. Y ahí fue cuando le subí la mano, tocándole la zona delicada, hasta acabar metiendo la mano por el bañador y sentir su pene. Le debería medir 7 cm como mucho. ¡Hasta eso me dio igual! Sólo quería correrme y hacer que se corriera. Incluso me dio igual que la gente nos viera. No podían ver nada de lo que estábamos haciendo, pero los que estaban cerca sabían perfectamente lo que pasaba. Fue muy morbo hacer una masturbación en la playa. ¡Y menuda excitación sentí!

Masturbación en la playaUna idea me comenzó a rondar la mente. Para poder hacer una mamada satisfactoriamente, debía empezar masturbando, como estaba haciendo. Y otra idea más surgió de repente: tal vez no debía quedar con chicos de mi edad, yo debía alcanzar el clímax con hombres maduros, experimentados, que sepan hacerme gozar… Tal y como éste lo estaba haciendo. Porque sin gustarme nada, sin una situación idónea, sin un gran miembro, me estaba dando más gusto y más deseos de continuar que el cachas joven. Por eso supe que yo necesitaba ser estimulada, no sentir una fuerte atracción por un físico imponente para sentir lo que estaba sintiendo.

Seguimos un rato así, tratando de darnos placer. Con mi dedo índice y el gordo, le movía la mini verga. Mientras tanto, él me hacía subir al cielo con sus prominentes caricias. Acabé teniendo el mejor orgasmo que había sentido hasta ese momento. También logré que se corriera, produciéndome una agradable sensación de satisfacción, al quedarme tranquila porque lo había conseguido. Disfruté mucho con la masturbación en la playa.

Loca como estaba, después de una experiencia así, aún le pedí el móvil para repetir algún otro día que fuera sola a la playa, pero me dijo que estaba casado y que no podía facilitarme sus datos. Acto seguido, se marchó de la playa sólo con el bañador, ya que según había dicho vivía cerca de allí. Así fue mi masturbación en la playa.

Poco después tuve una cita a ciegas con un maduro

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Comentarios (2)

ME GUSTARON TUS EXPERIENCIAS MARIA RAMOS LAS EH LEIDO CASI TODAS.HAY UN BUEN DE ARGUMENTO SINCERO, REAL, EROTICO, SEXUAL, Y AVECES UN POCO PENOSO CON LAS EXPERIENCIAS QUE UNA MUJER COMO TU HA PASADO.PUEDO PONERME EN TU LUGAR QUE TAMBIEN EH PASADO LO MISMO Y PIENSO LO MISMO.SOY EGUI JOSEPH DE LIMA – PERÙ DE 27 AÑOS AQUI TE COMPARTO MI BLOG ALGO DE MI GUSTO: http://www.madurasalextremo.blogspot.comUN BESO TE ME CUIDAS MARIA RAMOS

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Excitante.

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