
Pedimos unos mojitos porque son la especialidad de la casa y algo de cenar. No hablamos nada sobre sexo, nos comportamos como una pareja vainilla: Cosas sociales intercambió de opiniones, política, sociedad…
Mientras llegaba la cena pusieron algunos temas de reggae y salimos a bailar. ¡Cómo le quedaba el vestido de lo sexy que iba y el baile tan caliente! Cada vez que se frotaba a mí me encendía, bailamos un rato y nos sentamos. Mientras cenábamos seguíamos hablando pero no de sexo. Después de cenar y tomar café, nos pedimos una botella de ron. Trajeron la cubitera de hielo y tres naranjadas. Estuvimos bebiendo, bailando y disfrutando. Le enseñé a bailar merengue. Se desenvolvió bien, pero no nos dimos ni un solo beso, ni tocamiento, a excepción de mi mano en su cintura. Al terminar ya era tarde y no había metro. Mientras pensábamos que hacer, se quedó mirándome fijamente. Estábamos con las manos cogidas, su boca estaba entre abierta y nos fundimos en un hermoso y prometedor beso. No podíamos coger un taxi porque casi íbamos en sentidos opuestos y no era plan de coger un taxi cada uno y separarnos. El beso nos había despertado deseos y su casa estaba más cerca…
A lo que había preparado para picar, le sumó un “sándwich croque-monsieur”. Antes de terminar mi ducha, ella vino a secarme tal y como había hecho yo antes. Pasó la toalla por mi pecho, las piernas, espalda, culo… Pasó su mano entre mis piernas para acariciarme los huevos. Tuve que detenerla, porque mi polla ya estaba levantándose. Ahora era el momento de tomar algo. Mientras comíamos hablamos de lo bien que lo habíamos pasado ese primer día. Me confesó que no quería que pasara nada esa primera noche que quedaba conmigo, pero que no pudo aguantar. Sobretodo los bailes la habían puesto a tono. En terminar nos fuimos a la cama, donde hicimos el amor salvajemente. Al acabar quedamos rendidos, exhaustos, y enseguida dormimos. Se acomodó entre mis brazos para dormir tranquilamente y feliz.
A la mañana siguiente desperté con su mano sobre mi polla y huevos. Enseguida le di un dulce beso para corresponderla. Le dije que quería follarla por el culo, a lo que me respondió que tenía algo de experiencia, pero que lo hiciera con cuidado. Cogió un condón y se lo puso en la boca. Me lo puso con una excitante mamada. La coloqué de lado, para que su culo estuviera en posición y la sujeté de la cadera. Como estaba caliente aproveché los fluidos de su coño para lubricar su culo y le hundí el capullo. Gimió de placer y dolor. Me quedé quieto un momento, para que su culo se acostumbrara y poco a poco fui empujando. Primero lo hice despacio, para que sintiera como entraba y salía. Le acaricié un pecho, con suavidad, mientras le penetraba el ano. Mi excitación fue aumentando y poco a poco fui hundiéndosela más, hasta que pude meterla entera. La dejé hasta el fondo quita y ella misma se movía excitada. Se volvía loca. Ella me suplicó que la follara más fuerte, que le diera más placer. La saqué, casi entera, y de un golpe la volvía meter entera. Gritó, pero de placer. Y lo repetí una y otra vez, y cada vez más deprisa. Al mismo tiempo apretaba su pecho, para agarrarme a ella para poder mantener el ritmo. También jugué con un dedo en su clítoris. Sentía como su cuerpo temblaba, al límite del orgasmo y aproveché para apretar y corrernos juntos.
Nos quedamos abrazados, felices. Me dijo que si no tenía nada que hacer, que si quería quedarme ese día en su casa. Era domingo y me extraño la propuesta. No sabía ni que pensar. Por un lado lo estaba deseando, pero por otro no, porque no quería que la relación fuera tan deprisa. Me confesó que nunca había estado con un hombre tan bien como lo estaba conmigo y no quería dejar de sentir lo que sentía. Así que acepté. No queríamos profundizar en sus relaciones pasadas y no quise saber como se había sentido con los otros hombres. Incluso acordamos que me daría la llave de su casa, mientras yo iba a cambiarme a la mía y empezaríamos hoy mismo con la dominación. Su primera tarea era esperarme. Le enseñé varios métodos. Como tenía varios juguetes sexuales le ordené que se metiera unas bolas chinas que tenía en el coño y el consolador en el culo. Tenía que hacerlo de pie en el salón desnuda y cuando abriera la puerta, me la tenía que encontrar así. Además, tenía que tener las manos tapándose el coño, la cabeza agachada y los ojos cerrados. También le exigí que se dirigiera a mí por Dom (la traducción de dueño al francés más adecuada). Le pregunté si estaba de acuerdo en todo y me respondió que sí, pero sin más. Entonces tuve que rectificarla: Sí, Dom. Y me fui.
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Dicen la malas lenguas, que una mujer no es completa hasta que un negro se la meta, y nuestro Cela dijo: «en la vida de todo hombre hay tres cosas que debería probar, que le den por el culo, subir en globo y escribir un libro»… yo estoy en la tercera. Soy bisexual, me gusta en pegging y practico el D/s. Podéis leerme en mi sección sensaciones y gustos.