Estaba empezando con los chicos. Apenas me había besado con alguno, pero mis hormonas estaban revolucionadas y tuve la oportunidad de estar con un chico a solas en la playa de Benidorm. ¿Queréis saber que ocurrió? Un fin de semana en Benidorm.
Tenía 16 años y mis padres contrataron mediante una agencia de viajes un fin de semana en Benidorm, en invierno. Era una buena oferta porque los hoteles en temporada baja sólo buscan cubrir gastos. Fui con toda mi familia. En un principio parecía algo divertido porque el hotel era de cuatro estrellas y disponía de yacuzzi, piscina climatizada, una comida excelente, actuaciones fantásticas… pero las personas que estaban alojadas eran en su mayoría ancianos. Rodeada de gente mayor me sentía incómoda y no podía llegar a disfrutar como me gustaría. Entonces vi a un chico de mi edad. Tendría más o menos mi edad, delgado, con gafas… acompañado también con su familia. Desde luego yo no me atreví a decirme nada, y él cada vez que me veía se quedaba mirándome, pero siempre estaba acompañada. Pasó el viernes, la mañana del sábado y en la tarde me entró, con mi madre por medio. Y pasó algo rarísimo: mi madre fue a buscarlo y fue ella quien le dijo que si quería ir a dar una vuelta conmigo porque sabía que estaba aburrida y tal vez por mi timidez entendía que me aburriría como una ostra si no me empujaba. El chico me propuso salir por la noche los dos juntos. Yo estaba emocionada. Por fin iba a poder pasármelo bien en Benidorm ¡y con un chico! Pero claro, la escena era curiosa. Mi madre hablando con él. Parecía que era ella quien estaba ligando. Total que ella sola se encargó de preparar mi cita y yo no pude ni abrir la boca.
Cuando vino a recogerme por la noche, después de cenar, pasó más de lo mismo. Era mi madre y él quien hablaban, y para postre acompañados por ambas familias. Yo muerta de vergüenza. ¡Eso no debería ser así! Total que tuve que pasar el mal trago y una vez que salimos del hotel me liberé. Empecé a hablar. Le dije que me parecía bien salir esa noche con él, pero que no me había gustado que mi madre se metiera tanto. Él me pidió perdón y siguió hablando. Me contó todo sobre él. Desde sus relaciones anteriores hasta lo que estaba estudiando. Me sentí cómoda porque estaba segura de que no podría hacerme nada que no quisiera ya que nuestras familias se habían conocido y mañana se verían de nuevo. Pero lo que en un principio fue un consuelo, se convirtió en una carga. Deseaba hacer algo, liarme y experimentar, pero claro, si llegábamos a un punto donde nos enfrentábamos, podría contar ciertas cosas a su familia o peor aún… a la mía. Traté de dejarme llevar a ver que ocurría.
Otra situación rara que ocurrió fue que al llegar al paseo nos lo encontramos totalmente vacío. No lo podíamos creer. Resulta que en verano Benidorm se llena, pero cuando llega la temporada baja es todo lo contrario. De todas formas habíamos ido a pasarlo bien y eso es lo que hicimos. Entramos a un garito y compramos calimocho. Curiosamente el precio de la litrona era bajísimo y decimos comprar más de una. Nos fuimos a la playa desierta y juntamos un par de tumbonas para sentarnos. Estuvimos hablando y bebiendo varias horas. El muchacho se acercaba dispuesto a besarme, pero poco después reculaba. Tal vez tuviera los mismos temores que yo, o tal vez estaba preparando un buen rollo. Sea como sea acabamos liándonos a las cuatro de la mañana. Yo estaba muerta y sabía que al día siguiente me harían levantarme temprano para aprovechar el desayuno. Total que estuvimos veinte minutos besándonos dulcemente. El chico se guardó de tocarme y yo me alivié en parte, por lo comentado anteriormente. Me alegré de que sólo quisiera enrollarse conmigo y no le negué ningún beso.
De vuelta al hotel seguíamos liándonos sin parar. Ni él ni yo nos atrevimos a hacer nada más y antes de despedirnos le dije que al día siguiente no intentase besarme delante de la familia. Me habría muerto de vergüenza. Pero no, me respetó tal y como le dije. Al despedirnos nos pasamos las direcciones y nos escribimos cartas durante un tiempo. Me llegó a preguntar que si se hubiera lanzado más le habría contestado, a lo que le respondí que puede que sí pero que tenía temor por lo que pudiera decir al juntarnos con la familia. Él también me confesó que en parte le ocurría lo mismo. No quería hacer nada que me desagradara por si luego tenía problemas. Así que uno por otro nos quedamos con las ganas. Pocos meses después tuve mi primer medio novio… Si queréis leer el post ya sabéis.